martes, 28 de enero de 2014

Cuando internet es una adicción

Los centros de drogodependencias y derivados trabajan desde hace tiempo con pacientes que tienen problemas con las nuevas tecnologías.

Hacerse sus necesidades encima por no perder de vista la pantalla del ordenador, bajar el rendimiento escolar por estar más pendientes de la vida virtual que la real e incluso sufrir un extraño Síndrome de Diógenes en el que la basura se sustituye por aparatos de la tecnología más puntera. La imagen de una persona consumiendo algún tipo de droga o jugando a las máquinas tragaperras es quizá la más recurrente a la hora de pensar en alguien que tiene algún tipo de adicción pero éstas, como tantas otras cosas, evolucionan y surgen a raíz de elementos que antes no formaban parte de nuestro escenario.

Los móviles, las redes sociales... Las nuevas tecnologías, en definitiva, han dado pie a nuevos problemas que llegan a convertirse en un adicción.

Se incluyen dentro de las adicciones sin sustancia, grupo al que pertenecen el sexo, la ludopatía, las compras o la vigorexia. Su diferencia radica en que no necesitan meter ningún tipo de sustancia en su cuerpo pero cambian hábitos de comportamiento y llegan a desvirtuar la realidad.

La asociación malagueña de jugadores de azar en rehabilitación (Amalajer) trabaja este problema desde prácticamente los inicios de la organización. A finales de los 80 ya existía el «Partyline»; conversaciones a través del teléfono fijo con varias personas a la vez que se transformaban en facturas impagables. El presidente de Amalajer, Francisco Abad, fija en ese momento el inicio de la problemática actual. Desde entonces, todo ha ido a más.

En estos momentos, trabajan con un grupo de casi 20 personas adultas que van una vez en semana a terapia grupal para abordar sus adicciones sin sustancias, entre ellas, las nuevas tecnologías. También acuden una docena de menores de edad, o personas que no son lo suficientemente maduras aún para estar con el grupo, para abordar todos los problemas derivados por los aparatos electrónicos.

Según Abad, existen tres tipos de grupos. Uno de ellos son las personas que se tratan algún tipo de adicción y, mientras trabajan en ella, sale a flote ésta, pero de una forma secundaria. Un ejemplo de ello podría ser el que es adicto al sexo y utiliza el teléfono o internet como medio para satisfacer su primera necesidad.

El otro grupo es aquel que se dedica a acumular aparatos tecnológicos sin ningún tipo de mesura. Personas jóvenes, o que están cerca de terminar sus vida laboral con trabajos estables e incluso puestos de responsabilidad que adquieren este tipo de productos por el simple hecho de tenerlos. En muchos casos no llegan a desembalarlos de sus cajas, simplemente están ahí.

Uno de los últimos casos de este tipo que llegó a Amalajer es el de un varón que tenía su casa llena de estos artilugios y era imposible adentrarse en ella. La tapa del inodoro era el único lugar de todo el inmueble donde poder sentarse. Su familia recurrió a la asociación para pedir ayuda.

Los menores, jóvenes o aquellos que viven siempre conectados es el otro colectivo. No saber dónde está límite entre un uso normal y convertirse en una adicción es un arma de doble filo a la que se enfrenta padres y menores.

Pasar muchas horas conectado, aislarse o dejar de atender su vida para estar más pendientes de lo que hay al otro lado de la pantalla es un mal cada vez más generalizado, aunque todavía no atiende a niveles alarmantes.

Aun así, ya existen casos de menores que han bajado su rendimiento escolar y han llegado a pegar a sus padres por quitarle el teléfono móvil, e incluso un joven al que le faltaban asignaturas para ser médico ha dejado de lado sus estudios por su fijación con los videojuegos e internet que ha derivado en problemas de obesidad, a raíz de interminables horas sin moverse, y se ha hecho sus necesidades encima. «Son los casos más extremos pero también existen», recalca Abad.

Otro de los casos más señalados que recuerda el presidente de Amalajer es el de una madre que acudió a ellos hace diez años porque creía que su hijo tenía un problema con los videojuegos y quería informase. No asistió a ninguna terapia y ahora, cuando el joven tiene 33 años, ha perdido su trabajo, se ha separado de su mujer y todo ello por que su vida gira en torno a los videojuegos y todo lo que pertenece a los ordenadores y las tabletas.

Estas personas tienen una sintomatología similar a cualquier otro tipo de adicción la diferencia está en el objetivo de la terapia. Si bien el que juega o consume drogas tiene que dejar por completo estos hábitos para que se considere rehabilitado, el paciente de las nuevas tecnologías debe aprender a hacer un buen uso de ellas.

«Si va a ir a una entrevista de trabajo, una cosa tan básica como no tener móvil ya dificulta la relación. O no usar un ordenador para ser administrativo...Es complicado», puntualiza el presidente.

La terapia es dura y tiene un proceso inicial de desconexión total de este mundo. Muchos no la finalizan y abandonan antes de tiempo. Abad calcula por la experiencia ya acumulada que el paciente requiere dos años para saber controlar estos golosos productos y no recaer en la adicción.

La cocaína, la causa por la que más pacientes ingresaron en 2013 

Entre los cuatro centros dependientes de la Diputación provincial que forman parte de la red pública de tratamiento de adicciones tiene un total de 3.800 pacientes, y durante el último ejercicio ingresaron un total de 1.124 nuevos pacientes. Entre ellos las adicciones más demandas a la hora de ingresar fueron por cocaína, que representan el 34 por ciento del total, el cannabis, el alcohol y la herococaína. Los equipos terapéuticos trabajan además con personas adictas a adicciones sin sustancias, un cajón en el que se engloban las nuevas tecnologías, el sexo, la ludopatía o vigorexia y por el que ingresaron el año pasado 50 personas.

El perfil de este tipo de paciente ronda los 37 años. Los más mayores acuden sobre todo por adicción a las compras, mientras que los de menos edad a causa de los videojuegos, tal y como señala el director del Centro Provincial de Drogodependencias y otras adicciones, Juan Jesús Ruiz. Un 46 por ciento trabaja y un ocho por ciento estudia, aunque el 40 por ciento tiene el título de la ESO, el 20 por ciento Bachillerato y el diez por ciento tenían estudios superiores.

Fuente:laopiniondemalaga.es

Internet, puerta a las adicciones

Los tradicionales Centros de Atención a las Drogodependencias (CAD) cambiarán su denominación en breve por el de Unidades de Conductas Adictivas (UCA). El motivo: tratar las cada vez más habituales adicciones vinculadas a las nuevas tecnologías.

De la tradicional imagen de un ludópata jugando sin parar en la máquina tragaperras de un bar con una cerveza al lado a las modernas aplicaciones de móviles que permiten apostar a todo lo imaginable sin salir de casa. De los chavales atendidos por fumar porros a los jóvenes enganchados a los juegos de rol y a las redes sociales hasta niveles que interfieren en su vida y obligaciones. Las nuevas tecnologías están cambiando la sociedad de arriba a abajo, algunas veces para mal, y los servicios sanitarios públicos han de adaptarse a los tiempos y tratar estas "nuevas adicciones". "

Muy poca gente sabe que la sanidad pública también atiende las adicciones, sean del tipo que sean, que la única opción no pasa por acudir a las clínicas privadas especializadas", aclara el doctor Juan Manuel Alonso, coordinador de los cinco Centros de Atención a las Drogodependencias (CAD) dependientes del IB-Salut.

"Todos están radicados en Palma porque el Consell de Mallorca, a través del Institut Mallorquí de Afers Socials (IMAS), gestiona otros cuatro que atienden a los pacientes de la part forana. Uno de ellos está en General Riera y asume la población periférica de Ciutat y los otros están ubicados físicamente en Inca, Manacor y Magaluf", especifica Alonso desde su consulta en unas dependencias sanitarias del barrio de Santa Catalina que acogen al CAD 2 y al CAD Jove, que asume la atención de todos los menores de Mallorca con edades comprendidas entre los 14 y los 21 años.

Este facultativo revela que, hoy en día, el alcohol es la droga causante de la mayor parte de los problemas que atienden. "En los adultos, los casos más habituales de dependencias que tratamos son el consumo de alcohol asociado al de la cocaína y la ludopatía. En lo que respecta a los jóvenes, casi el ochenta por ciento de los casos están vinculados al consumo de cannabis", resume.

Sobre la nocividad de esta última sustancia, Alonso desmonta con un gráfico ejemplo la extendida creencia de que se trata de una sustancia inofensiva: "Siempre pongo el ejemplo del piano. El cerebro se está formando hasta los 21 años y consumir cannabis antes de esa edad es como pegar martillazos a las teclas del piano, lo que provocará que el instrumento ya nunca sonará bien. Hoy en día se dice que los jóvenes son maleducados o que no respetan a los mayores. Y en algunos casos esta actitud es debida a este consumo, como lo es en casos de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad)".

Con respecto a las dependencias de otras sustancias tóxicas, el doctor Alonso confirma que el consumo de heroína se está convirtiendo en "residual" excepto en el CAD 4 de Palma que atiende a la población que incluye al poblado Son Banya. El especialista muestra una máquina de dispensación de metadona en las dependencias de Santa Catalina y revela que ahora un nuevo fármaco, la buprenorfina, del grupo de los opiáceos, ha tomado el relevo de la famosa metadona para intentar atenuar la dependencia a la heroína.

"Antes, hasta el pasado mes de agosto, se dispensaba en el Psiquiátrico, en las dependencias conocidas como la ´pecera´ porque era una sala con una zona acristalada detrás de la cual estaban los trabajadores que entregaban sus dosis a los heroinómanos. Y la gente que paseaba por la zona miraba con aprensión a las personas que esperaban para recoger sus dosis. Ahora, con la dispensación en los CAD, este estigma se ha atenuado. Vienen aquí, les hacemos una analítica para comprobar que es cierto que tienen una adicción a la sustancia que nos refieren, y les damos el remedio de una manera más discreta", explica el doctor Alonso, que aprovecha para denunciar que aún queda un largo camino por recorrer hacia una correcta educación de la juventud ya que, asegura, todavía hay adolescentes que creen que no va a contraer el sida porque está tomando la píldora para prevenir embarazos.

Asimismo, el coordinador de los CAD de Palma revela que también recurren a este dispositivo asistencial pacientes que, procedentes de las unidades de dolor hospitalarias, no pueden vivir sin morfina y deben ser deshabituados con tratamiento farmacológico.

También están notando un aumento de adicciones asociadas a las nuevas tecnologías y a la red ya que, como sostiene el facultativo, "Internet es la puerta de entrada a nuevas adicciones como el sexo, las compras o el juego. Aunque el uso de internet está tan extendido y ya es tan común que solo se puede considerar como una adicción patológica cuando afecta a tu vida normal. En el caso de los más jóvenes, por ejemplo, cuando le provoca un abandono de los estudios o deja de relacionarse con sus amistades. En relación a estas conductas anormales asociadas a las nuevas tecnologías, nos están llegando más pacientes masculinos que femeninos. No digo que los hombres hagan un peor uso de internet, sino que nos llegan más pacientes de este género", sostiene.

"¿Puedo dejarlo?" 

Aunque inicialmente afirma que se podría hablar de conducta adictiva cuando una persona usa las nuevas tecnologías durante más de cinco horas en su tiempo libre, matiza después que para hablar de adicción es necesario también que el usuario de estas páginas, contenidos o redes sociales no sea capaz de prescindir de ellas de la noche a la mañana.

"La pregunta que uno se tiene que hacer es: ´¿Puedo dejarlo a partir de mañana?´". Y los síntomas ante los que cualquier progenitor ha de estar alerta son cambios de humor, insomnio, falta de apetito así como sustanciales modificaciones del menor en su relación con el resto de la familia. "Lo que aconsejamos a los padres es que, si quieren saber si su hijo tiene una dependencia, que le quiten el móvil, a ver cómo reacciona", aconseja el facultativo.

Catalina Morey es la psicóloga que atiende a los pacientes de entre 14 y 21 años en el CAD Jove de Santa Catalina. Reparte porcentualmente a sus pacientes de la siguiente manera: el 60% acuden por consumo de cannabis, el 15% por dependencias patológicas de las nuevas tecnologías y el resto, aproximadamente uno de cada cuatro, por otras sustancias estupefacientes entre las que cita la heroína "fumada", cocaína, alcohol y otras drogas sintéticas como la ketamina y el éxtasis.

Y entre las adicciones "no químicas" más frecuentes en su consulta coloca en primer lugar a los juegos de rol a través de internet. "Son muy adictivos porque se juegan en grupo, hay que superar pruebas y se obtiene el premio al mejor jugador, lo que refuerza la autoestima de los participantes. Además, al mismo tiempo que juegan al rol, acceden a Facebook o ven sus series favoritas en Youtube", enumera las actividades más comunes en la red de los adolescentes antes de reforzar la idea esbozada por el coordinador de los CAD, que solo se puede hablar de adicciones cuando el uso de internet interfiere en la vida cotidiana del joven.

"Cuando existe una adicción a una sustancia química hay que conseguir la abstinencia del paciente antes de darle el alta. Con la dependencia a las nuevas tecnologías esto no puede ser así ya que, por norma general, su uso no se considera adictivo y socialmente está bien visto", advierte esta psicóloga especializada en jóvenes.

Sobre las terapias que siguen con estos pacientes, Morey aclara que siempre les emplazan a preparar su mente para trabajar un año, para que las fechas conflictivas se repitan y sepan si están respondiendo bien al tratamiento. "En navidades y verano disponen de más tiempo libre y es cuando pueden caer de nuevo en la adicción, por eso hablamos de una terapia anual", concluye la especialista, que añade que las adicciones a Internet, como cualquier otra, requiere de tratamientos farmacológicos (ansiolíticos) y de técnicas de relajamiento. "También es muy importante planificar alternativas sociales para el paciente, ayudarle a recuperar prácticas deportivas o a descubrir aficiones que desconocían", aconseja.

Fuente:diariodemallorca.es

miércoles, 22 de enero de 2014

La esquizofrenia, lo que hace reír en un humorista

Un estudio realizado en la Universidad de Oxford determina que lo que arranca la carcajada de los humoristas son sus rasgos de personalidad psicótica.

Esquizofrenia o trastorno bipolar. El estudio, que ha sido publicado en la British Journal of Psychiatry, revela que algunas características propias de la personalidad psicótica se refleja en los humoristas: un toque antisocial y un comportamiento compulsivo, por ejemplo. Algo que parece ser lo que despierta la carcajada del público. Tras analizar a varios humoristas, los científicos han llegado a la conclusión de que “el estilo cognitivo de las personas con esquizofrenia o trastorno bipolar produce risa” y, por qué no, el éxito de un monólogo humorístico.

Sin profundizar mucho, el estudio puede llevar algo de razón. Cuando presenciamos la representación de un monólogo, sin duda lo que nos hace reír son las cuestiones que reflejan la vida cotidiana desde un punto de vista extremo: el desprecio hacia los niños chicos, estereotipos sobre razas o nacionalidad, observaciones relativas al género… Pero siempre, cómo no, con ese toque de humor que produce la exageración. Una forma de mirar la realidad que tendría, según los expertos, “alguien con personalidad psicótica”. Según el estudio británico, donde se analizaron a varios cómicos de Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos, “se obtenían puntuaciones significativamente más altas en cuatro características psicóticas cuando fueron comparados con un grupo control con personas que no tenían trabajos creativos”.

Los investigadores han contado con la participación de más de 500 humoristas, hombres y mujeres, que rellenaron un cuestionario diseñado para medir los rasgos psicóticos en personas sanas. Entre esas características médicas, que además de hacer reír describen un carácter psicótico, destacan “un comportamiento impulsivo o antisocial, y una mayor tendencia a evitar la intimidad”, según los expertos. "Los elementos creativos necesarios para producir humor son sorprendentemente similares a los que caracterizan el estilo cognitivo de las personas con esquizofrenia o trastorno bipolar", explica Gordon Claridge, científico del departamento de Psicología Experimental de Oxford que dirigió la investigación.

El científico explica que "aunque la psicosis esquizofrénica puede ser perjudicial para el humor, en su forma más leve puede aumentar la capacidad de las personas de asociar ideas raras o inusuales, mientras que el pensamiento maniaco, que es común en personas con trastorno bipolar, puede ayudar a estas personas a buscar conexiones originales o chistosas", dice Claridge.

Aunque padezcan rasgos bipolares o esquizofrénicos durante su actuación o durante su vida lo cierto es que cuentan con un poder especial al que la ciencia no va a llegar con tanto éxito como lo hacen los humoristas: hacer reír a carcajadas.

Fuente:ideal.es

El trastorno bipolar, en primera persona

Sergio Saldaña narra en autobiografía la enfermedad psiquiátrica que le detectaron a los 18 años. 

Una semana le bastó para escribir el libro Tengo trastorno bipolar, en el que un capítulo fue siguiendo a otro como si ya los tuviera redactados en la cabeza. Sergio Saldaña Soto no quería ganar dinero con su autobiografía; lo único que lo motivaba era contar su vida de manera sencilla, para que muchos se enteraran de la enfermedad que padece.

La autoedición, por intermedio de EditorialCirculoRojo.com, le permitió administrar su tiempo. Saldaña no quería que una editorial tradicional dictara sus pasos en la promoción de una obra que nació casi al mismo tiempo que su hijo Amets.

¿Por qué escribir sobre el trastorno bipolar? 

Siempre escribí lo que me pasaba y lo que sentía en relatos de ficción. Redacté esta obra en primera persona porque no la concebía de otra manera. Lo que encontraba en otros textos sobre el tema es que eran demasiado fríos, científicos o dramáticos, y no quería plantearlo así.

No obstante ser autoeditado, el libro ha sido muy difundido. 

Me ha sobrepasado. Lo lanzamos en Pamplona (Navarra) y se llenó el auditorio, para 220 personas. Y la difusión en medios ha sido muy grande gracias a mi amiga periodista Cristina Ochoa.

¿Mucha gente padece el trastorno bipolar sin saberlo? 

Sí, hay muchos diagnósticos tardíos. Generalmente se diagnostica entre los 18 y los 30 años, pero hay gente que enlaza depresiones de los 18 a los 40 y, de pronto, se va para arriba con una euforia incontenible. Entonces, todo el esquema que aplicaba para la depresión da un vuelco, porque es bipolar y no había sido bien tratado.

¿Cuáles son los síntomas? 

Es una enfermedad de estados de ánimo. Si una persona sin patología está deprimida o le pasa algo tan bueno como para sentir euforia, se mueve en un rango lineal en el que va basculando a lo largo de días o meses. La diferencia con la persona que sufre trastorno bipolar es que esta rebota desde un estado de exaltación eufórico hasta una depresión clínica.

¿Cómo se lo detectaron? 

Los primeros síntomas fueron a los 16 años, pero me diagnosticaron a los 18 porque entré en un estado maníaco con episodios psicóticos. Eso es como parar un Fórmula 1 con frenos de bicicleta. Cuando estás arriba no necesitas dormir, hablas desaforadamente, es difícil que te sigan las ideas, crees que puedes defender cualquier cosa… Y cuando te vienes abajo, la depresión es muy profunda.

¿Cuál es el tratamiento? 

Se usan fármacos como el carbonato de litio para que nuestras emociones sean más llevaderas. Aunque nunca he dejado de tomar las pastillas, he tenido muchas crisis y sé que me quedan más. La terapia también es importante, pero el amor puede más que cualquier tratamiento. La cuarta pata de mi mesa sería mi trabajo interno, la autoterapia. Cuando pasas unas cuantas crisis y alcanzas cierta madurez, puedes detectar cuándo viene el optimismo. El cuerpo te da pistas y, si lo pillas antes, llamas a tu loquero, le cuentas que llevas dos noches sin dormir y que tu cabeza tira muy fuerte, que necesitas tranquilizarte. A lo mejor, con quedarte un día en casa no caes en picado. En mi caso, tiendo a venirme abajo ante la sensación de que otra vez perdí, de que la enfermedad me ha dado una bofetada y me ha dicho que no la olvide.

¿Cómo puede la familia apoyar a quien la sufre? 

Maltratamos mucho a nuestros cuidadores, somos difíciles. En mi caso, ha sido primordial que mi familia haya seguido ahí, aprendiendo conmigo conforme yo conocía más la enfermedad.

¿Lleva una vida normal? 

Me niego a ese término. Nadie lleva una vida normal. He vivido una vida extraordinaria, al máximo. Lo que sí podría decir es que socialmente no he sido un lastre: no he sido despedido ni he precisado rehabilitación psicosocial, y para eso mi entorno ha ayudado mucho.

‘Nacido para revolucionar el infierno’ 

Sergio Saldaña Soto tiene 37 años, es bibliotecario, sueña con editar su primera novela y maneja un negocio de electrodomésticos con su padre. “Su manera de vivir es casi insultante para los que dejan pasar la vida sin prestarle atención”, comenta su amiga Cristina Ochoa. Su talante podría resumirse en la frase que lleva en su brazo y que copió del libro Tatuaje, de Manuel Vásquez Montalbán: “He nacido para revolucionar el infierno”.

Fuente:eltiempo.com

viernes, 17 de enero de 2014

Nomofobia: esclavos del móvil

Miedo a no estar conectado, angustia a dejarse el smartphone en casa o consultar los mensajes cada pocos segundos. El teléfono móvil es una herramienta que hoy no falta en la vida de nadie. Un aparato imprescindible que, en muchos casos, se convierte en un problema de salud grave. 

El término nomofobia significa “no-mobile-phone phobia” o, lo que es lo mismo, la dependencia al teléfono móvil llevada al extremo. Es el nombre con el que se ha definido al miedo de estar sin móvil. Puede parecer una simple adicción, pero también es posible que detrás de eso haya un grave problema psicológico.

Las fobias son una manifestación de nuestros conflictos internos expresados a través de algún tipo de miedo o angustia. Con el desarrollo de las tecnologías, han nacido nuevas fobias que se relacionan directamente con la innovación de los dispositivos electrónicos.

El uso diario y continuo de Internet, las redes sociales, tablets o smartphones hace que nuestra salud se vea afectada. Antonio de Dios, psicólogo del Hospital Quirón de Marbella, ha hablado con EFEsalud para explicar las razones por las que se produce la nomofobia y cómo combatirla.

Síntomas

-Sensación de ansiedad
-Taquicardia
-Pensamientos obsesivos
-Dolor de cabeza
-Dolor de estómago

Causas 

Por un lado, se produce una dependencia absoluta de los demás, pues el móvil es una manera de estar conectado. Es todo un problema de autoestima y de relación. De hecho, la inseguridad personal es el factor más común que causa nomofobia.

La idea de perfeccionismo es otra de las razones por las que aparecen estos casos, ya que en estas personas existe una necesidad de hacerlo todo sin ningún fallo.

 “Mi vida circula alrededor de satisfacer al otro, así que, si me llaman y no tengo la posibilidad de estar conectado, me siento solo. Aparece el miedo a decepcionar a los demás”, afirma Antonio de Dios.

Si estamos esperando una llamada y no contestamos, sentimos que estamos fallando y el miedo se apodera de nosotros

Consecuencias 

Al producirse una esclavitud absoluta al móvil, la adicción a veces es incontrolable.

Antonio de Dios asegura que los que sufren este problema son personas que no pueden apagar el móvil por las noches y que, por tanto, se ven interrumpidos durante sus horas de sueño. El insomnio es, por tanto, una de las consecuencias más frecuentes en los pacientes con nomofobia.

Lo primero que hacen los nomofóbicos al tener un móvil entre sus manos, después de un rato sin utilizarlo, es consultarlo inmediatamente.

“Es como el que tiene adicción al tabaco, que lo pasa mal cuando se le acaban los cigarrillos y que, en cuanto tienen la posibilidad de fumar, lo primero que hacen es encenderse uno”

Tratamiento 

Siempre es aconsejable, ante cualquier duda, consultar con una persona especializada en dependencias, adicciones y en el tratamiento de la seguridad personal o la autoestima.

El abuso del smartphone se produce muchas veces porque la persona se siente presionada en algunos aspectos de su vida y de los que debería liberarse.

“Nuestra vida ha de estar centrada en nosotros mismos y no en la comunicación con los demás. De hecho, estar en contacto con el resto debería ser considerado como un extra”

Perfil del nomofóbico 

Es una persona que tiene falta de seguridad en sí misma y baja autoestima. En cuanto a la edad, la nomofobia suele darse mucho más en adolescentes, pues ellos tienen más necesidad de ser aceptados dentro del grupo, además de que los jóvenes están más familiarizados con las nuevas tecnologías que las personas más mayores.

Suele ser más común entre en sexo femenino, pues la estructura cerebral de las mujeres hace que tengan más facilidad para comunicar y más necesidad afectiva que los varones. Además, ellas tienen mayor capacidad para establecer relaciones afectivas.

“Los hombres no tenemos tanta necesidad y utilizamos el teléfono móvil para aspectos tecnológicos, laborales o de gestión”, apunta De Dios.

Cómo afecta a las relaciones afectivas 

Las relaciones de pareja se han visto afectadas en gran medida por el uso permanente del smartphone, aunque también es cierto que las facilita en muchas ocasiones. Hoy en día, tenemos muchas formas de comunicarnos, aunque, llevado al extremo, esto provoca un enorme problema.

“El hecho de mantener una relación a través de la pantalla hace que, a la larga, no seamos capaces de ser nosotros mismos cuando estamos cara a cara. Las personas inseguras se benefician al estar protegidas por un teclado y al poder expresar más cosas en la realidad virtual”, explica el especialista.

Se trata de un círculo vicioso. El miedo a la inseguridad aumenta la protección de estar detrás de un aparato y, al pasar más tiempo con el artilugio entre manos, más habilidad adquirimos en su uso y más pánico tenemos al cara a cara.

“A veces no somos capaces de trasladar las relaciones que creamos a través del ordenador o del WhatsApp a la realidad del día a día. Ahí estaremos ante un problema”, declara el psicólogo Antonio de Dios.

Consejos 

-Apuntar lo que sería un uso razonable del teléfono
-Apagar el móvil durante las comidas o durante una reunión familiarizados
-Priorizar la realidad al mundo virtual
-Si nos damos cuenta de que la ansiedad se apodera de nosotros al dejarnos el teléfono en casa, nunca está  de más consultar con un especialista.

Fuente:efesalud.com

miércoles, 15 de enero de 2014

Candy Crush: ¿creando adictos al juego?

Expertos muestran preocupación por estos juegos "de enlace" que podrían desarrollar una futura adicción a los juegos de azar en los niños.

Quienes juegan Candy Crush deben reconocer que es un juego muy adictivo. Por eso, en Inglaterra, algunos están levantando la voz y adviertiendo de los efectos nocivos que estos juegos pueden tener en los niños, quienes podrían aumentar sus posibilidades de tener problemas con el juego en el futuro.

La advertencia viene del profesor Mark Griffiths, director de la Unidad de Investigación Internacional del Juego de la Universidad Nottingham Trent, quien le dijo al diario The Telegraph que los adolescentes están siendo atraídos a sitios web de juegos de azar a través de redes sociales y convirtiéndose en adictos a ellos.

Afirmó que estos juegos introducen a los jóvenes en la emoción y recompensas de los juegos de azar, incluso cuando no estén jugando con dinero real. "Es un poco como la vieja analogía del narcotraficante: dar un poco de forma gratuita y engancharlos".

Juegos como Candy Crush Saga, con millones de descargas a nivel mundial, da a los jugadores la opción de pagar para tener acceso a los niveles superiores: "Es como comer chocolate. Dices que vas a comer sólo un pedazo y al final no puedes parar de comer hasta que se acabe. Dicen 'voy a jugar durante 15 minutos' y terminan cuatro o cinco horas más tarde". Los niños pueden pasar de juegos como este a otros más sofisticados de apuestas.

 "Cuando empiezas a ganar, empiezas a pensar que, si estuvieras jugando con dinero real, podrías estar ganando mucho", agrega Griffiths. Por eso califica a estos juegos como "puertas de enlace" a otros juegos más "duros" como, por ejemplo, el poker en línea.

Griffiths entrevistó a casi 3.000 niños y adolescentes y descubrió que un 15% de ellos juega juegos de apuesta en línea durante la semana, antes de estudiar. Por esto, afirma que es extremadamente necesario que las escuelas tengan espacios para advertirles a los niños de los peligros de los juegos de azar en línea.

"Los maestros deben empezar a hablar de este tipo de cosas. No hay nada malo con que los niños jueguen este tipo de juegos, pero hay que acompañarlos con la educación".

Fuente:latercera.com

Especialistas alertan del "síndrome selfie" en las redes sociales

¿La egolatría es una reacción inevitable en las plataformas sociales? Un análisis describe cómo el uso excesivo de Facebook y Twitter despierta el narciso de los usuarios. Pese a que lo consideran una moda, especialistas alertan sobre sus efectos.

El uso desmedido de las redes sociales refleja, en sus jóvenes usuarios, signos narcisistas, reportó un análisis de The Best Computer Science Schools, un fenómeno que han identificado como el "síndrome selfie".

Basados en investigaciones de la Universidad Estatal de California y Michigan, el reporte alerta sobre los efectos nocivos de las plataformas como Facebook y Twitter.

Escuchar unilateralmente, preocupación por sí mismo, sentimiento de superioridad, egoísmo, incapacidad de aceptar críticas e irritabilidad son los síntomas que caracterizan a los narcisistas, quienes además tienden a hacer selfies.

“En lugar de escuchar a fin de responder, los narcisistas escuchan con el fin de descartar, negar, ignorar, minimizar o preocuparse por alguien irrelevante”, señala el estudio.

Para Octavio Regalado, especialista en redes sociales y conferencista, los usuarios elaboran día a día una pequeña novela de su vida en donde el Facebook es el espejo y el Twitter el megáfono social, en busca de likes o follows.

“Dado que empieza el tema de la aceptación de los demás, el usuario tiende a hacerse adictivo a que le den un me gusta, por eso la necesidad de presumir lo que se está haciendo siempre”, dijo.

Especialistas del Centro de Tratamiento e Investigación de la Ansiedad, sostienen que si bien el síndrome selfie es una moda, ya hay repercusiones en las relaciones interpersonales y la salud de los usuarios.

¿Cómo es un narcisista? 

“Dicho trastorno implica la preocupación por sí mismo y sobre cómo es percibido por los demás. El narcisista va por la satisfacción de la vanidad y la admiración de sus propios atributos físicos e intelectuales”.

Efectos negativos 

De acuerdo con una investigación de la Universidad de California, el uso excesivo de las redes sociales puede desencadenar problemas psiquiátricos.

¿Qué efectos? Déficit de atención, trastornos esquizoafectivos, obsesivos compulsivos de hiperactividad, depresión, personalidad narcisista, dismorfia corporal, hipocondria, voyeurismo y dependencia.

Análisis: Jesús Castillo, catedrático del departamento de Psicología de la división de Ciencias de la Salud de la UdeM y miembro del Centro de Tratamiento e Investigación de la Ansiedad.

“La moda del culto a la imagen” 

Lo que ha hecho el fenómeno de los selfies y el narcisismo es enfocarse a la imagen. Nos ha puesto a la mano un mecanismo que quizá muchos deseábamos tener antes, pero no había los medios.

Las personas pueden hacerse más superfluas, basadas en la imagen más que en el contenido propio o el valor de una persona, como la anécdota del selfie de Obama, con una primera ministro, dejando a su esposa de lado. Lo que nos dice es que las relaciones se hacen más ligeras y se basan más en la imagen.

Este es un problema generalizado en la clase media, el grupo de personas que utiliza las redes cada vez con mayor frecuencia.

Se puede hacer de esto un círculo virtuoso, potenciando la imagen positiva o atractiva; o un círculo vicioso al resaltar una imagen negativa; sin contar con las personas que no ponen una imagen verdadera de sí mismos.

Por otro lado, vemos como la sociedad y –específicamente en Monterrey, Nuevo León y México–, los gobiernos hacen lo que quieren con nosotros y nos convencen con la imagen del gobernador o del presidente. El raciocinio que está detrás de esto es “lo que ha sido publicado es real”, es decir, no creas en lo que una persona dice o escribe, sino en lo que ves publicado.

La polémica de Barack Obama

En el funeral del expresidente Nelson Mandela, Barack Obama, presidente de EU; Helle Thorning-Schmidt, ministra de Dinamarca; y David Cameron, el primer ministro británico, posaron para una selfie. Mientras tanto, Michelle se vio molesta por la escena.

El papa Francisco se autorretrata 

Tras una reunión con jóvenes italianos, el líder de la iglesia católica posó para una selfie en la Basílica de San Pedro, el 1 de septiembre de 2013. La imagen, que puede ser el primer autorretrato de un papa con un móvil, dio la vuelta al mundo.

Arman campaña contra la violencia 

El selfie del adolescente libanés Mohamad Al Chaar, momentos antes de fallecer en la explosión de un coche bomba en Beirut el 27 de diciembre de 2013. Sus amigos realizaron protestas en contra de cientos de muertes de inocentes.

Fuente:publimetro.cl

Cómo detectar a un comprador compulsivo

-Es una patología cuando la conducta se mantiene en el tiempo
-Y tiene para la persona y su entorno consecuencias negativas
-Hay quienes dilapidan no sólo su dinero, sino también su tiempo

En enero se disparan los artículos de ocasión, la última oportunidad o el todo al 50%. Pero las compras no existen sólo en Rebajas, el periodo navideño es un punto fuerte para que, con o sin excusa, compremos más que en otras épocas. De hecho y según informaciones proporcionadas por la Confederación Española de Comercio (CEC), este último diciembre ha sido el único desde 2006 en obtener un dato positivo.

"En la actualidad, ha habido una liberalización del periodo de rebajas (cada comercio puede poner sus artículos más baratos cuando quiera) y con ello se está perdiendo el concepto psicológico de las Rebajas, ya no existen los aluviones que veíamos antes", comentan desde la CEC.

Sin embargo, hay datos que van más allá del hobby más cotizado del siglo XX: comprar. Según las últimas informaciones procedentes del Hospital Universitario de Bellvitge en Barcelona, entre un 6 y un 7% de la población general en todos los países desarrollados sufre trastorno de compra compulsiva. Una patología que afecta a personas de mediana edad, alrededor de los 40 años, aunque los síntomas suelen aparecer a los 18, según explica a EL MUNDO Susana Jiménez, responsable de la Unidad de Juego Patológico y otras Adicciones Comportamentales de este hospital.

Sus características principales son: comprar recurrente y compulsivamente, algo que genera malestar en la persona provocando incluso deudas económicas. Para que se considere una patología ésta ha de ser una conducta estable.

Según diferentes estudios, afecta por igual a hombres y a mujeres; la única diferencia, explica la experta, está en en el tipo de artículos que adquieren unos y otras.

Las mujeres se decantan por ropa, perfumes o joyas, mientras que los hombres prefieren material informático, productos de electrónica o música. Pero pese a esta igualdad, las mujeres son las que más van a consulta. "Generalmente, llegan a acompañadas de un familiar. Y no es extraño, son muchos los que confrontan el problema por primera vez al recibir un extracto de la tarjeta de crédito familiar con una deuda desorbitada", añade Neus Córdoba, psicóloga clínica de la Asociación Catalana para el Tratamiento de la Ansiedad y Depresión (ACTAD).

No obstante y pese a todos los infinitos debates que han existido, esta experta señala que no se puede llamar trastorno a este problema, ya que el DSM V (el manual considerado la biblia de los psiquiatras) no lo incluye como tal. Aunque esta conducta se asemeje a otras relacionadas con el control de los impulsos como las drogodependencias, "lo importante es que se expresa como compulsión en algunos trastornos obsesivos, y se manifiesta en muchos trastornos afectivos (ansiedad y depresión) y de personalidad (trastorno límite)", afirma.

¿Qué diferencia el hobby de la patología? 

Según explica Jiménez, a la hora de comprar en general existen cuatro fases: una primera de alerta, donde vemos el producto, nos atrae. La segunda fase es recopilación de información, la tercera la evaluación del producto: comparamos precios, valoramos si realmente lo necesitamos y vemos cómo y cuándo lo podemos utilizar y por último, lo compramos. Pues bien, "la persona con esta patología de compra compulsiva, pasa directamente de la primera fase a la cuarta. Lo ve y lo compra. Aquí la primera fase sería por tanto, una alerta de urgencia", expone.

No es algo puntual, sino que es estable en el tiempo. "Nada tiene que ver con la euforia de las rebajas, aunque las personas con esta compulsión, verán justificada su conducta y, seguramente, comprarán aún más en esta época", aclara Córdoba. Es importante por tanto precisar que, "a diferencia del consumidor ocasional, el comprador compulsivo pierde interés en el objeto que ha comprado con la misma rapidez que lo compró. Esto le lleva a acumular muchos productos sin estrenar. Cuanto más compra, más vacío se siente y menos disfruta de otras actividades. Hay personas que no llegan a dilapidar su dinero, pero sí dilapidan una enorme cantidad de horas al día en esta actividad", expone esta especialista.

Se trata por tanto, de una conducta donde hay una clara pérdida de control. Así, los factores de riesgo más importantes, según enumera Jiménez son: impulsividad y dificultad para regular las dificultades, baja autoestima, no saber gestionar las emociones negativas y usar por ello la compra para regular ese estado y por último tener un alto concepto del materialismo.

Pueden pueden pasar años (la media está en seis) desde el inicio de los síntomas hasta que la persona vaya a consulta. Por lo que es un problema muy difícil de detectar donde además, en ocasiones, suele haber otro problema detrás: "Se asocia con ansiedad, depresión, trastornos alimentarios y otras adicciones", indica Jiménez.

En su tratamiento, en muchas ocasiones, informa Córdoba, se sigue un protocolo integrador para el tratamiento del trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Pero en más de la mitad de los casos, la compra compulsiva es la manifestación de un estado profundo de ansiedad y depresión. Pero sin duda este problema se puede curar, pues "el porcentaje de éxito de las terapias en muy alto, de hasta un 70-75%", comenta Jiménez. Lo importante, concluye, si te tiene a alguien cercano que puede tener esta patología es acercarse a él con una actitud comprensiva pero firme.

Fuente:elmundo.es