domingo, 27 de febrero de 2011
Una de cada cuatro personas es adicta a Internet, el trabajo o las compras
Aunque solo el juego sin control o ludopatía se considera enfermedad mental, los médicos de atención primaria alertan del incremento de pacientes con algún tipo de trastorno en la conducta asociado a otras adicciones sin sustancia, como son Internet, el teléfono móvil, el trabajo o las compras. La Organización Mundial de la Salud cifra en un 25% la población afectada por alguna de ellas, uno de cada cuatro españoles.
Internet lidera la lista de adicciones que más han crecido en los últimos años, afectando a un 15% de la población (sobre todo a menores de 25 años), donde las redes sociales, como Facebook o Twitter, han sustituido a los chats. Además, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) estima que "cada 10 años podría incrementarse un 5% el número de casos". Le sigue la adicción al teléfono móvil (10%), al trabajo (10%), las compras (5%) o al juego (3%).
Javier García Campayo, psiquiatra del hospital Miguel Servet de Zaragoza, durante la presentación de un curso de formación a médicos de cabecera organizado por la sociedad, considera adicción a Internet "cuando alguien pasa más de tres horas al día navegando por la Red, y no es por trabajo", mientras que la adicción al trabajo se puede identificar "cuando se le dedican más de 50 horas semanales". Un tiempo que suele quitarse de otras actividades, lo que termina por arruinar la vida social del adicto.
Un diagnóstico complejo
Según esta sociedad de médicos, el perfil clínico del paciente es similar al que presenta un toxicómano. "En lugar de alcohol u otras drogas, estos pacientes hacen un uso excesivo del móvil, por ejemplo", ha dicho José Ángel Arbesú, coordinador mental de Semergen. "Suelen ser personas impulsivas, introvertidas y con baja autoestima", sintetiza el doctor.
El problema para diagnosticar estas adicciones radica en la dificultad para establecer un límite entre lo que se considera normal y aquello que se convierte en patológico. Lo que inicialmente es placentero, además de estar más aceptado socialmente, se convierte más adelante en necesidad. El afectado, que no se identifica como tal, dedica todo el tiempo y esfuerzo económico a satisfacer su adicción para calmar el síndrome de abstinencia. "He llegado a tener pacientes que si no les suena el móvil cada 15 minutos se consideran unos fracasados socialmente", dice el psiquiatra.
Fuente:elpais.com
miércoles, 9 de febrero de 2011
"En solo una semana llegué a gastarme medio millón de pesetas en sexo"
«Sales de casa cada día por las mañanas y no sabes si ese día vas a consumir sexo o no. Claramente no quieres. Tratas de no ponerte en peligro evitando usar mucho Internet en el trabajo, que suele ser un punto de arranque. Pero bastaba con ver de reojo un escote o un perfil curvilíneo en el pasillo del aseo para desencadenar una marcha inmediata al burdel más cercano»
Alberto (nombre ficticio) es adicto al sexo. Pasó casi 20 años de su vida intentando controlar sus impulsos sin éxito. Una necesidad que, según él mismo reconoce, le llevaba a la autodestrucción y a sentirse denigrado en cada coito, en cada visita al burdel, en cada cita a ciegas lejos de su esposa. Hoy recibe un tratamiento y accede a ofrecer su testimonio para que la gente comprenda la problemática que trae consigo una enfermedad de este tipo. «Lo grave es el juicio condenatorio que se hace de cualquier adicto, también del adicto al sexo. El descubrimiento de que soy un enfermo, no un monstruo, es clave para la curación o rehabilitación», señala.
Tradicionalmente conocida bajo el nombre de satiriasis en su versión masculina, la adicción al sexo es una patología que, según algunos estudios, afecta a un 6% de la población. Establecer unos síntomas para diagnosticarla no es sencillo, pero puede hacerse analizando las consecuencias que trae el consumo de sexo a la vida de un enfermo potencial. «Los adictos se caracterizan por un bajo control del impulso. La falta de concentración en el trabajo, la falta El adicto suele adolecer de falta de concentración en el trabajo y de irritabilidad con su familia121 de 2de tiempo por la cantidad de horas que dedican al sexo, la irritabilidad con la que uno vuelve a casa o el gasto de dinero excesivo suelen ser factores que indican que algo está pasando», comenta el doctor Carlos Dulanto, experto en adicciones. «Cuando una persona empieza a tener remordimientos, trata de renunciar al sexo fuera de la pareja y se da cuenta de que no puede, es cuando toma consciencia de que tiene un problema», añade.
A pesar de que el consumo de sexo rápido se ha facilitado gracias a la apertura de locales de intercambio o determinados portales de internet, la mayoría de los enfermos recurre a la prostitución para satisfacer sus deseos. Ello acarrea unos gastos a menudo insostenibles para la economía familiar del enfermo. «La peor semana de adicción de mi vida, allá por 1990, llegué a gastar medio millón de pesetas», admite Alberto.
Carlos Dulanto asegura que el perfil de «sexoadicto» a día de hoy es el de un varón de 30 a 50 años con un nivel adquisitivo medio, medio-alto. «Además es frecuente encontrar consumidores de cocaína que creen que tienen además una adicción al sexo. Este tipo de pacientes, normalmente, en cuanto dejan las drogas desaparece también esta otra dependencia. «Nadie va a buscar sexo con un chocolate con churros del mismo modo que habiendo consumido cocaína», añade.
Factores que despiertan el deseo
Según Dulanto, el adicto al sexo se caracteriza por un bajo control del impulso. «Un adicto tiene ciertas imágenes que provocan huidas descontroladas hacia un lugar donde poder tener sexo facil», asegura. Esos fetiches que activan el resorte del enfermo pueden ser un escote, unas piernas o incluso un elemento a priori no sexual pero que activa recuerdos en el paciente. «Hay una situación que le predispone. Puede estar aburrido en el trabajo o deprimido. Entonces surge un pensamiento o recuerdo que le enciende el deseo. Si ya se ha planteado que no debe perpetuar su conducta, trata de eliminar la culpa con un monólogo. Entonces, acaba recurriendo a la prostitución. Unos minutos de placer para varias horas de culpa y arrepentimiento», resume.
Dulanto establece una distinción entre «sexo sano y sexo patológico». En su terapia, en la que a los pacientes les está permitido hacer el amor con su pareja, se intenta primeramente evitar determinadas situaciones que activan las huidas inmediatas hacia la prostitución. «Lo más importante es determinar desde el principio todas las situaciones de riesgo para el paciente. Horarios, itinerarios, dinero que se lleva encima, etc.» Además, es importante ir rellenando los huecos que antes se utilizaban en consumo de sexo, masturbación o visionado de pornografía con actividades interesantes de tiempo libre que también causen placer en el paciente.
Cómo saber si uno es adicto
A pesar de que lo más fiable es acudir a un especialista en caso de duda, en Internet puede realizarse el test SAST, (Sexual Addiction Screening Test) para medir el nivel de autocontrol de un potencial paciente. En caso de acudir finalmente a terapia, cuya duración oscila entre uno y tres años, el paciente debe ser capaz de controlar que sus emociones negativas no deriven en la búsqueda de sexo rápido, así como establecer fórmulas de bloqueo del impulso. «A veces se me saltan las lágrimas. Llevo meses sin consumir sexo de pago y eso que había perdido toda esperanza», comenta un Alberto más feliz con los suyos.
Fuente:abc.es
Relacionan la “adicción a los videojuegos” con la depresión y la ansiedad en niños
Un nuevo estudio encontró que los niños que son más propensos a volverse adictos a los videojuegos (lo que los investigadores llaman jugar videojuegos "patológicamente") son los que pasan mucho tiempo jugándolos, tienen problemas para encajar con otros niños y son más impulsivos que los niños no adictos. En cuanto se vuelven adictos a los videojuegos, los niños son más propensos a deprimirse, a sufrir ansiedad u otras fobias sociales. No sorprende, entonces, que los niños adictos a los videojuegos experimentaron un descenso en su rendimiento escolar.
"A partir de otros estudios sabíamos que la adicción a los videojuegos se parece a otras adicciones. Pero lo que no estaba claro es qué sucedía luego. Los juegos podrían ser un problema secundario. Tal vez los niños que son socialmente torpes, a quienes no les va bien en la escuela, se deprimen y entonces se refugian en los videojuegos. En realidad no sabíamos si los juegos eran importantes en sí, o qué ponía a los niños en riesgo de adicción", apuntó Douglas A. Gentile, profesor asociado de psicología de la Universidad Estatal de Utah en Ames.
El estudio no sólo reveló los factores de riesgo del juego patológico, "la sorpresa real vino de observar los resultados, porque habíamos supuesto que la depresión podía ser el problema real", explicó Gentile. "Pero encontramos que en los niños que comenzaban a jugar patológicamente, la depresión y la ansiedad empeoraban. Y cuando dejaban de jugar, la depresión se iba. Tal vez estos trastornos [coexistan], pero los juegos parecen empeorar el problema".
El 83 por ciento de los voluntarios del estudio publicado en la revista “Pediatrics” reportaron jugar videojuegos a veces, y otro diez por ciento dijo que habían jugado videojuegos antes. El tiempo promedio que pasaban jugando videojuegos era de 20.5 a 22.5 horas por semana.
Pero Gentile señaló que "jugar muchos videojuegos no es lo mismo que ser adicto. Algunos niños pueden jugar mucho sin que tenga un efecto sobre sus vidas. Podría ser adicción cuando se observan otras áreas de la vida del niño en que sufre. Los padres podrían notar que un niño no tiene los mismos amigos ya, o que juega videojuegos en su habitación todo el tiempo. O tal vez el rendimiento escolar sufra", comentó.
Jugar videojuegos más de treinta horas por semana, la falta de competencia social, empatía inferior al promedio y una mayor impulsividad contribuían a la adicción, encontraron los investigadores.
Gentile apuntó que los investigadores no están seguros de cómo los juegos contribuyen a la depresión, la ansiedad y otras fobias sociales, pero en este estudio "jugar precede a la depresión. No sabemos si en realidad es causal, pero jugar tiene un efecto propio, y no se puede simplemente ignorar el juego y tratar la depresión", apuntó.
Aunque jugar videojuegos patológicamente parece compartir varias características con otras conductas de adicción, como las apuestas patológicas, los investigadores señalaron que las "apuestas patológicas" aún no se han establecido como trastorno psicológico.
"Participar mucho en videojuegos puede hacerse adictivo, y los padres deben ser cautos sobre cuántas horas juegan los niños", aconsejó el doctor Richard Gallagher, director del Instituto de la Crianza del Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Nueva York, en esa ciudad.
"En este estudio, parece que los niños que jugaban menos de 19 horas por semana no lo hacían de forma patológica, así que no más de dos horas al día", sugirió.
Pero Gallagher también enfatizó que el tiempo que pasan jugando es menos importante que el efecto de los juegos sobre el niño. "Si los juegos los atraen tanto que no participan en otras cosas, o hablan sobre los juegos y nada más, tal vez haya un problema", comentó.
Gentile también recomienda no más de dos horas de "tiempo de pantalla" al día, lo que concuerda con las directrices de la Academia Estadounidense de Pediatría. Y el tiempo frente a pantalla incluye la televisión, la computadora, los videojuegos e incluso los últimos reproductores de música y teléfonos electrónicos que tienen funciones parecidas a las computadoras.
Fuente:www.rosario3.com
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