martes, 27 de marzo de 2012

Los centros detectan casos de absentismo y fracaso escolar por adicción a internet


Docentes y expertos de la Universitat de València alertan de que el abuso de las redes sociales afecta al rendimiento en clase.

Raúl cursa cuarto de la ESO en un instituto valenciano. Hasta ahora nunca había sacado malas notas. Hace unos meses comenzó a faltar a clase cada vez con mayor frecuencia. En la segunda evaluación ha suspendido todas las asignaturas. El psicólogo del centro averiguó que el adolescente sufre una fuerte adicción a una red social. Tanta que cada mañana sale de casa con la mochila a hombros, espera en los alrededores a que sus padres se marchen a trabajar y vuelve a entrar para ponerse frente a su ordenador.

Docentes, padres y expertos de la Universitat de València (UV) detectan que el absentismo y el fracaso escolar por el uso excesivo de internet es cada vez más frecuente en las aulas de la Comunitat. «Tenemos alumnos que literalmente se duermen en clase porque se han quedado chateando o jugando a videojuegos online hasta tarde. Algunos incluso vienen sin desayunar porque se levantan con el tiempo justo», alerta el presidente de la Asociación Católica de Maestros de Valencia, Federico Mulet.

El docente asegura que este abuso de las redes sociales es «una realidad» y estima que en la mayoría de aulas hay alumnos «con distintos grados de adicción a internet». Consultan sus cuentas de Twitter, Facebook y Tuenti cada minuto y cuelgan fotos y mensajes continuamente. Tal y como destaca Mulet, también empiezan a ser adictos al 'whatsapp', una aplicación que permite mandar mensajes gratis.

Fuentes del área de Educación del sindicato independiente CSIF destacan que es un «problema real». Aunque no se trata de una situación generaliza sí afloran cada vez más casos. «Algunos estudiantes llegan una o dos horas tarde a clase o incluso faltan días enteros porque han pasado la noche conectados y por la mañana están destrozados. Eso, sumado a que dedican menos tiempo a estudiar, repercute en el rendimiento en clase».

El profesor de la Facultad de Psicología Básica de la Universitat de València (UV), Mariano Chóliz, matiza que internet «es una herramienta tecnológica que favorece las relaciones interpersonales. Pero en los casos de abuso puede suponer un problema y concretamente en los menores de edad afecta a su vida cotidiana y al rendimiento escolar».

Los jóvenes enganchados a la pantalla del ordenador son incapaces de dejar de utilizarlo y cuando no pueden hacer uso de él o falla la conexión «muestran un malestar intenso», detalla el experto de la UV. Ese es uno de los síntomas. Cada vez necesitan estar más tiempo conectados y «dejan de realizar actividades que antes les gustaba, como practicar deporte u otras formas de ocio. También puede verse afectado el patrón del sueño», enumera Chóliz, que recomienda que el ordenador se utilice en un sitio común de la casa (no en la habitación del joven) y que se establezca un uso controlado del mismo, al igual que se hace con otras actividades cotidianas.

El caso más temprano de adicción detectado por el profesor de Psicología tenía 13 años. Con esa misma edad, Sandra, una alumna de tercero de ESO de un centro concertado valenciano comenzó a aislarse, a estar triste y a sacar malas notas. Tanto sus padres como sus profesores le preguntaban qué le ocurría y ella no sabía dar respuesta. Finalmente, averiguaron que estaba enganchada a Tuenti.

En el Instituto Valenciano de Ludopatía tratan de cerca a estos pacientes. «Estos jóvenes se sienten irritados cuando no están navegando por la red y piensan todo el tiempo qué harán cuando se conecten. Al dedicarle tanto tiempo sus relaciones familiares se empobrecen, desatienden los estudios y eso lleva al fracaso escolar», explica la responsable del centro valenciano, Consuelo Tomás.

La psicóloga destaca que el acceso a internet es cada vez más fácil a través de los móviles y esto incrementa el riesgo de abuso. «Aunque en clase el teléfono tiene que estar apagado, hay algunos alumnos que se lo esconden dentro de los estuches o sobre las rodillas y chatean durante las clases», alertan fuentes docentes. Esta situación se ha detectado incluso en clases de segundo de Bachillerato (donde la educación ya no es obligatoria).

Los expertos auguran que los casos de adicción pueden incrementarse. «Los móviles ya suelen incorporar conexión a internet por lo que su consumo va en aumento», apunta Chóliz, que junto a Clara Marco, también docente de la Universitat de València han publicado recientemente el libro 'Adicción a Internet y redes sociales: tratamiento psicológico.

Fuente:lasprovincias.es

viernes, 2 de marzo de 2012

El trastorno bipolar afectaría a 1 millón de personas en España


Casi un millón de españoles padece trastorno bipolar; sin embargo se calcula que el 40% de las personas que lo sufren no lo saben ya que son diagnosticadas de forma incorrecta con depresión.

Pero ésta no es la única patología con la que se confunde esta enfermedad mental, ya que a veces también se identifica como esquizofrenia, trastornos de la personalidad y de la conducta o con problemas relacionados con drogas o alcohol.

Ese es el principal problema al que se enfrentan las personas que sufren esta enfermedad episódica, crónica y recurrente, es decir, la dificultad en el diagnóstico, según han explicado Jose Manuel Montes, jefe de sección de psiquiatría del Hospital del Sureste de Madrid, y Eduard Vieta, jefe de servicio de psiquiatría del Hospital Clinic de Barcelona.

Y la causa de que sea difícil diagnosticarla es que esta enfermedad, que afecta en similar medida a hombres y mujeres, es todavía una gran desconocida tanto para la población general como entre los profesionales médicos.

El trastorno bipolar se caracteriza por unas oscilaciones en el estado de ánimo, que no son simples cambios de humor: los enfermos que no son tratados sufren periodos de baja energía y tono, un estado similar a la depresión, de ahí que se confunda en muchas ocasiones con esta patología.

Hasta que no aparece posteriormente «el otro polo de la misma cara» o lo que es lo mismo, según Montes, un periodo de exaltación y euforia es muy difícil detectar la enfermedad.

Especialmente difícil de diagnosticar es el trastorno bipolar tipo II (lo podrían padecer cerca de 500.000), el que pasa más desapercibido ya que las fases de euforia son mucho más atenuadas que en el I. En el subtipo I (se calcula que lo sufren 450.000 españoles) aparece ese aumento de la energía de forma desproporcionada, lo que le lleva al paciente a un grado de sufrimiento y de alteración de la conducta que hace que tenga al final que ser ingresado.

El denominador común de ambos subtipos de este trastorno es el periodo depresivo, en el que el enfermo tendría que ser tratado con antipsicóticos, además de con litio y antiepilépticos, dos fármacos que debe tomar de por vida. En la fase de euforia además puede ingerir un antipsicótico sublingual que ha salido recientemente al mercado español y que actúa sobre numerosos receptores de las neuronas.

Pero uno de los problemas del tratamiento es que los enfermos muchas veces acostumbran a tomar mal la medicación, porque no son conscientes de la enfermedad en las fases maniacas ya que se encuentran bien, con mucha energía y creen que no les hace falta. Y en la fase depresiva, sin embargo, están tan bajos que piensan que nada les va a curar.

De ahí la importancia de que reciban, como complemento de la medicación, un tratamiento psicológico enfocado a la educación para que se puedan dar cuenta de cuándo se ponen malos y tienen que llamar al psiquiatra.

Los especialistas como Vieta, quien dirige la primera unidad que se creó en España en esta especialidad, han querido recalcar que cualquier persona puede convivir con un enfermo bipolar si sigue un tratamiento adecuado que permita que la enfermedad esté controlada. Por eso es importante el diagnóstico precoz de esta patología, que tiene una base genética sobre la que actúan determinados factores que la pueden precipitar, como el consumo de drogas.

La familia juega un papel destacado a la hora del diagnóstico porque el paciente suele ir a la consulta del psiquiatra o del médico general cuando se encuentra deprimido, pero no es consciente de los periodos de euforia, con lo que cual no los cuenta. Sí lo hacen sin embargo muchas veces sus allegados. Ahí pueden llegar las primeras sospechas para el psiquiatra de que el paciente tiene esta dolencia, que suele aparecer en el inicio de la edad adulta, entre los 20 y 30 años.

Fuente:psiquiatria.com

Tratamiento de los trastornos psiquiátricos asociados al consumo de cannabis


La descripción de alteraciones psicopatológicas en relación con el consumo de cannabis se remonta a la Antigüedad. Se atribuye al emperador chino Shen Neng la introducción del uso de cannabis con fines médicos, cerca de 3.000 años a. C., y ya se observaba que el uso de dosis elevadas podía presentar efectos adversos como "ver demonios" o "comunicarse con los espíritus". En la Grecia clásica, médicos como Galeno utilizaron la planta como analgésico, aunque se observaba que podía producir una "conversación carente de sentido". En el siglo XIX, hay que destacar los trabajos del médico francés Moreau de Tours, que describió sus efectos psíquicos y utilizó la intoxicación por cannabis como modelo de enfermedad mental. Este autor afirmaba que no había manifestación alguna de enfermedad mental que no pudiera encontrarse en los cambios producidos por el cannabis.

En el cannabis se han identificado más de 400 sustancias diferentes, de las cuales unas 60 pertenecen químicamente al grupo de los cannabinoides. El primer cannabinoide aislado fue el cannabinol y, posteriormente, el cannabidiol, pero se observó que estos no eran los responsables de los efectos psicoactivos hasta que se caracterizó el Δ9-tetrahidrocannabinol (THC) en 1964. El cannabidiol está más presente en el cáñamo industrial y poco en las plantas para consumo recreativo, y se considera que puede contrarrestar algunos efectos del Δ9-THC, y de hecho se han descrito efectos ansiolíticos y antipsicóticos. Por lo tanto, la proporción presente de THC y cannabidiol en la planta puede ser relevante en las consecuencias psiquiátricas derivadas del consumo de cannabis.

La prevalencia de trastornos psiquiátricos entre adictos al cannabis es bastante destacada, tanto en muestras procedentes de la población general como la del estudio Epidemiologic Catchment Area, donde se señala hasta un 50% de trastornos mentales entre estos dependientes, como en muestras de adictos en tratamiento, como la del estudio de prevalencia de patología dual realizado en la Comunidad de Madrid, donde se obtiene un 66% de trastornos mentales actuales entre adictos al cannabis mediante entrevista estructurada y hasta un 77% cuando se incluyen los trastornos de personalidad. Además de la elevada frecuencia, hay que destacar la amplia variedad psicopatológica asociada a dicho consumo.

El descubrimiento de un sistema de neurotransmisión sobre el que actúan los cannabinoides ha llevado al desarrollo de múltiples investigaciones sobre sus funciones fisiológicas. Es un sistema relevante en el desarrollo cerebral y en la regulación de funciones fundamentales como el apetito, el metabolismo energético, la analgesia, el control motor y diversos procesos neuroendocrinos y neurovegetativos. Pero, además, destaca el papel de este sistema modulador en el sistema de recompensa cerebral, en la regulación emocional y la respuesta al estrés. Se considera que puede estar implicado en la etiopatogenia de una variedad de trastornos mentales como el trastorno de pánico, las fobias, el trastorno por estrés postraumático, la depresión, los trastornos de la alimentación, las psicosis y los trastornos adictivos. La disfunción primaria de este sistema o la secundaria debida al consumo continuado de cannabis pueden, así, favorecer el desarrollo de un amplio espectro de trastornos mentales.

Tratamiento de la dependencia de cannabis y los trastornos mentales asociados

Existe un bajo porcentaje de adictos al cannabis que solicitan tratamiento para su adicción. En muchas ocasiones, la demanda de ayuda coincide con la aparición de un trastorno mental grave en relación con dicho consumo, fundamentalmente cuadros psicóticos. La escasa demanda de tratamiento se explica en parte por la escasa percepción de riesgo sobre el consumo y, por otro lado, estos no se identifican con el resto de adictos que acuden a los dispositivos asistenciales especializados. En un trabajo reciente se señalan como barreras para el tratamiento las siguientes: no conocer las opciones de tratamiento, pensar que este es innecesario, no desear el cese del consumo y evitar el estigma asociado al tratamiento de las drogodependencias1.

El tratamiento ha de realizarse de manera conjunta para la dependencia y los trastornos mentales comórbidos, aunque vamos a separar la información procedente para cada uno de estos.

Tratamiento de la abstinencia y dependencia de cannabis

Aunque se dispone de un buen número de trabajos que valoran intervenciones psicoterapéuticas para la dependencia de cannabis, hay una considerable escasez de ensayos clínicos que investiguen intervenciones farmacológicas para la dependencia y los trastornos mentales comórbidos, por lo que la información al respecto va a proceder de estudios no experimentales.

La abstinencia al cannabis ha sido una entidad muy discutida y, de esa forma, no aparece en la clasificación diagnóstica DSM-IV, aunque sí aparecerá en el DSM-V, tras haberse descrito las características principales de dicho síndrome (tabla 1)2. La controversia se ha debido a que, con frecuencia, este cuadro no se presenta o es muy leve debido a la eliminación lenta del D9-THC del organismo. Sin embargo, el cuadro se describe en más del 50% de los consumidores intensos o en el 15% de los consumidores regulares y, en algunas ocasiones, con una clínica muy florida.

Como hemos señalado, existen bastantes trabajos que investigan la eficacia de distintas intervenciones psicoterapéuticas en la dependencia de cannabis; por citar algunos, destacamos los realizados por los siguientes autores: Stephens et al3; Copeland et al4; Budney et al5; Martin et al6; Hendriks et al7; Walker et al8 y los dos ensayos clínicos más importantes respecto al tamaño muestral obtenido: el Marijuana Treatment Project9 y el Cannabis Youth Treatment10. Igualmente, existe una revisión de la base de datos Cochrane sobre la eficacia de estos tratamientos11. Las conclusiones fundamentales son: las intervenciones psicoterapéuticas son eficaces en la dependencia de cannabis, las más estudiadas son las estrategias motivacionales y las técnicas cognitivo-conductuales que se mostraron superiores a los grupos controles, aunque no hay datos que indiquen la superioridad de unas estrategias sobre otras, tampoco sobre la duración de la terapia necesaria o los factores predictores de mejor o peor evolución. En general, los dependientes más graves requerirán de intervenciones más intensas y prolongadas en el tiempo. También se destacan la baja adherencia a los tratamientos y las frecuentes recaídas.

Respecto a las intervenciones farmacológicas para la abstinencia y dependencia de cannabis, ya hemos señalado la escasez de datos procedentes de ensayos clínicos, muy inferiores a los datos existentes para otras adicciones. Por un lado, se han investigado fármacos útiles para otros trastornos mentales y adictivos y, por otro lado, fármacos que actúan específicamente sobre el sistema cannabinoide. Vamos a realizar un breve repaso de los datos disponibles hasta la actualidad.

Entre los ansiolíticos, se ha estudiado la buspirona en un estudio abierto con resultados negativos12. Entre los antidepresivos, se han investigado la nefazodona (ya retirada del mercado), el bupropion, la mirtazapina o la fluoxetina con resultados igualmente negativos13-15. Respecto a los anticomiciales, los resultados con valproato en ensayos clínicos aleatorios han sido negativos16, mientras que la escasa información sobre el uso de litio procedente de estudios abiertos sugiere un papel más favorable17, 18. Desconocemos datos sobre otros anticomiciales como carbamacepina, oxcarbacepina, gabapentina, topiramato y pregabalina, que podrían tener una utilidad, como lo sugiere la experiencia clínica.

El uso de antagonistas opiáceos como la naltrexona, utilizada en la dependencia de opiáceos y de alcohol, ha dado resultados controvertidos y variados en la dependencia de cannabis19. Los efectos de la naltrexona son variables dependiendo de la dosis de esta y de la exposición al cannabis, por lo que no se puede recomendar su uso en la actualidad.

Existen otros fármacos investigados en animales o en pequeños estudios clínicos cuyos posibles beneficios no han sido replicados, como un antagonista de los receptores alfa-7 nicotínicos, la atomoxetina, la lofexidina o un inhibidor de la enzima COMT.

En este momento, los datos más positivos proceden de los ensayos con fármacos que actúan sobre el sistema canna binoide. El cannabidiol, que puede revertir los efectos re forzantes del THC, se ha sugerido como un potencial tratamiento20, la nabilona, un agonista cannabinoide sintético, se ha investigado en seis consumidores21 y, principalmente, el dronabinol, el THC sintético administrado por vía oral, se ha considerado que podría ser el equivalente de la metadona en el caso de la dependencia de opiáceos. Este producto se ha mostrado superior al valproato y al placebo en mejorar los síntomas de abstinencia y disminuir el consumo de cannabis, aunque queda por aclarar su posible potencial de abuso o sus posibles efectos adversos psicotomiméticos22-24. Otra alternativa es la utilización de antagonistas cannabinoides como el rimonabant, ya retirado del mercado por efectos psíquicos adversos, o el taranabant, que bloquean los efectos del THC y se han investigado en otras adicciones como al tabaco, alcohol o cocaína.

Tratamiento de los trastornos mentales asociados al consumo de cannabis

Existe la creencia bastante extendida de que el cannabis es una "droga blanda", con escasos efectos perjudiciales. La percepción de riesgo de la droga es muy baja, lo que favorece la extensión de su consumo. Sin embargo, cada vez se sabe más sobre los efectos psiquiátricos perjudiciales de los consumidores habituales.

Flashback

El flashback hace referencia al fenómeno de revivir las experiencias de la intoxicación sin haber consumido. Es un cuadro inicialmente descrito con los alucinógenos, pero también observado en relación con el consumo de cannabis. Es transitorio y habitualmente no requiere una intervención específica.

Delirium

El delirium inducido por cannabis es igualmente poco frecuente, posiblemente en relación con consumos de altas dosis, en personas mayores o con patologías médicas concomitantes. El tratamiento es similar al delirium de otras etiologías.

Síndrome amotivacional

El síndrome amotivacional es un cuadro relacionado con el consumo de cannabis que tuvo mucha difusión tras la descripción inicial en 1968 pero que, en la actualidad, se considera una entidad controvertida, y de esta forma se ha eliminado de la nosología, en contraste con la opinión de muchos clínicos que consideran que es un cuadro característico y frecuente entre los consumidores de cannabis. El cuadro se caracteriza por la presencia de apatía, falta de motivación, desinterés por el trabajo o los estudios y por el cuidado personal. Hay diversas explicaciones de la causa del cuadro, entre otras cabe señalar que para algunos sería el resultado del estado de intoxicación crónica que remitiría con el cese en el consumo, mientras que, para otros, sería la manifestación del deterioro cognitivo inducido por el consumo. Tras la descripción del cuadro, múltiples publicaciones destacaban su relativa frecuencia, su relación con un consumo intenso y prolongado y la mejora o remisión con el cese del consumo, que sería la principal medida terapéutica. Sin embargo, también había descripciones de cuadros persistentes a pesar de la abstinencia, pero, debido a la exclusión de las clasificaciones actuales, no existen estudios sobre la eficacia de las medidas terapéuticas. Cuando nos encontramos con un paciente con esta clínica, además de centrarnos en mantener la abstinencia, habrá que explorar la posible utilidad de fármacos antidepresivos, antipsicóticos atípicos, pautas cognitivo-conductuales o medidas de rehabilitación cognitiva, según predomine la sintomatología afectiva, amotivacional, conductual o los déficits cognitivos. Es imprescindible retomar la investigación sobre esta entidad para su mejor caracterización y el desarrollo de alternativas terapéuticas.

Trastornos del humor y de ansiedad

Uno de los efectos adversos más frecuentes de la intoxicación por cannabis es la aparición de ansiedad y de crisis de pánico. También está descrita la inducción de trastorno de pánico tras el consumo. Además, los estudios epidemiológicos destacan la frecuente coexistencia de trastornos de ansiedad con la dependencia de cannabis. Por otro lado, es controvertido si el consumo habitual de cannabis puede inducir cuadros depresivos. Los últimos estudios de cohortes sugieren que puede incrementar el riesgo de estos cuadros. En suicidios consumados se ha detectado una mayor presencia de cannabis de lo esperable, por lo que se considera que es un factor de riesgo de suicidio. Igualmente, el consumo de cannabis es muy prevalente entre pacientes con trastorno bipolar. Está descrita la inducción de fases maníacas por el consumo de cannabis, puede favorecer la aparición de síntomas psicóticos en estos cuadros y aumentar el número de recaídas.

No existe evidencia experimental de la eficacia de determinados fármacos en estos cuadros en adictos a cannabis. En una serie de casos se refirió que la paroxetina era igualmente eficaz en pacientes con trastorno de pánico primario o secundario al consumo de cannabis25. En un ensayo clínico en el que se comparaba fluoxetina con placebo en adictos al cannabis con depresión mayor, no se observaron diferencias significativas en cuanto a la eficacia, posiblemente debido a que ambos grupos mejoraron notablemente por las intervenciones psicoterapéuticas concomitantes26. De la información procedente de los casos clínicos publicados27, lo más relevante es obtener la abstinencia del cannabis y, mientras no se dispongan de nuevos datos, las recomendaciones serían el uso de inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina para los cuadros depresivos y de ansiedad, antipsicóticos atípicos para la manía y los anticomiciales para el mantenimiento del trastorno bipolar en estos pacientes. De la experimentación animal proceden datos interesantes que sugieren que el sistema cannabinoide puede ser una diana terapéutica para tratar cuadros depresivos y de ansiedad en pacientes con esta patología dual. Se han descrito efectos antidepresivos y ansiolíticos, sin que tengan efectos reforzantes, con inhibidores de las enzimas amidohidrolasa de ácidos grasos y monoacilglicerolipasa, que metabolizan los endocannabinoides, con los inhibidores del transporte de la anandamida y con el cannabidiol28.

Psicosis

El consumo prolongado y de grandes cantidades de cannabis, principalmente cuando se inicia a una edad precoz, puede ocasionar la denominada psicosis inducida por cannabis que, generalmente, es de corta duración. Sin embargo, dichas psicosis inducidas pueden ser la manifestación inicial de una esquizofrenia posterior29. El efecto más nocivo derivado del consumo de cannabis, sin lugar a dudas, es el riesgo de desarrollar psicosis prolongadas. Un amplio número de estudios de cohortes son concordantes en señalar el consumo de cannabis como un factor de riesgo para la esquizofrenia en sujetos vulnerables. El consumo en jóvenes puede alterar el desarrollo cerebral y favorecer el inicio posterior de un cuadro psicótico. Además, entre los pacientes con esquizofrenia dicho consumo favorece el incumplimiento del tratamiento y empeora el pronóstico.

Existe la creencia de que el consumo de cannabis en la esquizofrenia es muy persistente y de que las intervenciones terapéuticas son poco eficaces, lo que lleva a un nihilismo terapéutico. Sin embargo, aunque efectivamente la evolución de dicho consumo es mas desfavorable que en los adictos no psicóticos30, está descrito que un porcentaje importante abandona el consumo, sobre todo tras un primer episodio psicótico, de ahí la importancia de intervenir sobre dicho consumo31. Además, la evolución del consumo de cannabis va a ser uno de los principales factores que va a determinar la de la psicosis, y si se consigue la abstinencia de estos sujetos, su curso posterior se va a asemejar a la evolución más favorable de los psicóticos no consumidores32,33. Dicho consumo, además, puede favorecer una peor respuesta al tratamiento antipsicótico34,35.

El tratamiento de la psicosis y la dependencia ha de ser conjunto, con el objetivo de intentar la abstinencia total por lo previamente comentado, con mayor énfasis tras un primer episodio psicótico o tras el diagnóstico de una psicosis inducida por cannabis. Habrá que establecer medidas para mejorar la adherencia terapéutica, una de las principales dificultades en el tratamiento de estos pacientes36, con medidas de supervisión del tratamiento, fármacos con posologías sencillas o inyectables de larga duración y técnicas psicoeducativas y motivacionales.

La psicoterapia cognitivo-conductual y las estrategias motivacionales han demostrado su eficacia en esta población37. Por el contrario, hay pocos ensayos clínicos farmacológicos. Habitualmente, el consumo de drogas es criterio de exclusión de los ensayos clínicos con antipsicóticos y disponemos de pocos ensayos en este subgrupo de adictos psicóticos. Los casos clínicos destacan que la abstinencia de cannabis va a ser uno de los factores más relevantes en la evolución de la psicosis y que la mayoría de los clínicos optan por el uso de antipsicóticos atípicos para el manejo de estos cuadros27.

La clozapina es el antipsicótico del que se dispone de más información procedente de investigación básica y clínica, apoyando su utilidad en este subgrupo de psicóticos adictos. Además de estar demostrada su eficacia como antipsicótico y para cuadros psicóticos resistentes, se ha descrito su efecto sobre el descenso en el consumo y el craving de ciertas drogas, al ser superior en este sentido a otros antipsicó ticos atípicos38,39. Como mecanismos, se han propuesto su acción sobre el sistema glutamatérgico40, corregir una supuesta disfunción del circuito de recompensa41 o su diferente afinidad y velocidad de disociación sobre receptores D238, además de posibles modificaciones sobre receptores cannabinoides42. Las principales limitaciones son sus efectos secundarios, mal tolerados en esta población, la necesidad de controles hematológicos y las posibles interacciones con otras drogas que puedan consumir estos adictos.

Sobre el resto de antipsicóticos existen numerosas publicaciones, pero la mayoría de escasa calidad metodológica.

La información se puede dividir en los siguientes apartados: 1) los datos procedentes de la investigación básica sugieren que los antipsicóticos atípicos son superiores a los típicos en la corrección de las alteraciones inducidas por THC; 2) los estudios que comparan antipsicóticos típicos y atípicos. La mayoría son estudios abiertos consistentes en el cambio de un antipsicótico típico a uno atípico que sugieren la mayor efectividad de los atípicos; 3) los estudios abiertos con antipsicóticos atípicos. Hay diversos estudios con quetiapina, risperidona y olanzapina, pero no con el resto de antipsicóticos atípicos, sin datos concluyentes, y 4) los estudios que comparan antipsicóticos atípicos, son escasos, habitualmente los que comparan olanzapina con risperidona y que señalan una eficacia similar antipsicótica y escasa repercusión sobre el consumo.

Se han investigado fármacos que actúan sobre el sistema cannabinoide como antipsicóticos, los cuales podrían resultar de interés para los adictos psicóticos. Los antagonistas cannabinoides como el rimonabant, ya retirado del mercado, se investigó en dos ensayos clínicos aleatorios frente a placebo, con escasa eficacia43,44, y el cannabidiol presentó resultados controvertidos en varias series de casos45 y datos positivos en un ensayo clínico frente a amisulpride cuyos resultados no han sido publicados aún.

Por lo tanto, la abstinencia de cannabis se asocia claramente con un mejor pronóstico de la psicosis. La terapia cognitivo-conductual y la entrevista motivacional son las que disponen de mayor evidencia científica para su uso en estos pacientes. Los antipsicóticos atípicos serán de elección para el control de los síntomas psicóticos, pero con efectos escasos sobre el consumo. Por último, aún no se dispone de información suficiente para valorar la utilidad de los fármacos que actúan sobre el sistema cannabinoide para los psicóticos adictos al cannabis.

Fuente:psiquiatria.com

Dinero rápido, el reclamo de las sectas comerciales


En medio de la profunda crisis económica actual, la promesa de un trabajo inmediato es un atractivo para muchos desempleados. Y de eso se aprovechan las bautizadas como sectas comerciales.

«Se trata de empresas piratas que no hacen contratos a la gente. Los empleados reciben un adoctrinamiento manipulado sobre la forma de vender. Les reclutan para ofrecer ciertos productos. Cuántos más vendan y más tiempo inviertan en ello, más ganan. Es echarle tiempo a costa de la familia, la salud y el bolsillo, porque ellos también invierten». Así resume Juantxo Domínguez, presidente de RedUne. «Estos grupos ejercen una actitud coercitiva sobre las personas», añade.

«Te venden que te harás rico rápidamente y además te enriquecerás a nivel personal», explica José Fernández, psicólogo clínico de AIS, institución dedicada a investigar socioadicciones. Una de las prácticas más habituales de estas sectas empresariales son reuniones de viernes a domingo.

«Se caracterizan por la manipulación y la dependencia que generan. Estas empresas quieren cubrir todos los ámbitos personales. Les instruyen sobre cómo deben relacionarse hasta qué leer y qué ver. Les llenan los espacios de ocio, por ejemplo, con estas convenciones», explica Fernández. Estos métodos generan vínculos entre los empleados y debilitan los anteriores.

El psicólogo clínico añade que para captar a posibles empleados, estos negocios fraudulentos es frecuente que aporten «testimonios de historias que les han cambiado la vida tras unirse a ellos», cuenta el psicólogo clínico.

Fuente:lasprovincias.es

200 centros de falsas terapias engañan a miles de valencianos


«Profesor africano soluciona de inmediato todos los problemas: de amor, de recuperación y económicos. Gracias a su poder natural, lo resuelve todo en tres días por difícil que sea y con resultados 100% garantizados». Anuncios como este proliferan en la Comunitat a un ritmo vertiginoso al calor de la crisis económica. Sus claves para captar adeptos son la inmediatez para aliviar el sufrimiento y atractivas promesas.

«En la actualidad, en la Comunitat hay más 200 centros pseudo terapéuticos y personas que atienden en casas particulares. Estos grupos fraudulentos se han disparado por la crisis económica. Muchos de ellos se ubican en la provincia de Alicante», estima Juantxo Domínguez, presidente de la RedUne, una asociación para prevenir la manipulación sectaria, quien matiza que no tiene nada que ver con ciencias ocultas ni terapias alternativas.

Las organizaciones fraudulentas ofrecen terapias psicológicas «de dudoso rigor e impartidas por personas que no son profesionales por lo que hay un claro intrusismo. Usan técnicas que van desde la imposición de manos hasta la transmisión de luz», explica Domínguez. Llevan a cabo rituales que lo mismo sirven para encontrar trabajo o pareja estable en sólo unas semanas como para curar un cáncer. Ofrecen un cajón desastre de remedios mágicos y en algunos inducen, incluso, a los clientes a dejar de tomar los medicamentos prescritos por un facultativo.

Los fraudulentos terapeutas reclutan a personas vulnerables, con inestabilidad emocional, con acuciantes preocupaciones, que buscan una salida rápida y que necesitan ser escuchadas. «A partir de ahí comienzan a aplicar técnicas para generar una dependencia a un grupo, a través de consultas conjuntas», apunta el presidente de la asociación de víctimas. Poco a poco, los adeptos van rompiendo los vínculos con la familia y su círculo de amigos y se centran exclusivamente en el grupo.

El objetivo final es el económico, ya que llegan a pagar «600 euros» por un ritual mágico que promete dinero o trabajo en un abrir y cerrar de ojos. «Una de estas escuelas asentadas en Alicante ofrece un fin de semana de reposo por 650 euros», concreta Domínguez, que estima que en la Comunitat hay más de 3.000 personas atrapadas en estas redes de manipulación.

Desde la entidad AIS (Atención e Investigación en Socioadicciones) concretan que el perfil de las personas reclutadas por estos grupos «tienen entre 30 y 40 años, con estudios universitarios, idealistas, que aspiran a un mundo mejor, con inquietudes y fácilmente captables por estos grupos que prometen felicidad, autocontrol y autorealización», aseveran estas fuentes.

El psicólogo clínico Ángel Pozo advierte de que hay que desconfiar «de las soluciones rápidas y sin esfuerzo que ofrecen personas que dicen tener virtudes más allá de lo normal», explica. El profesor africano que ofrece sus servicios en Valencia es un claro ejemplo. Asegura que soluciona una extensa lista de problemas «porque tiene los espíritus mágicos más rápidos».

Además del desfalco económico, la víctima experimenta «frustración porque su problema no sólo no se ha resuelto sino que ha empeorado», dice Pozo.

Tal y como destaca el presidente de RedUne, estos métodos los llevan a cabo personas sin preparación (a veces hacen cursos de un fin de semana por los que pagan 1.800 euros). Exige una regulación de los centros terapéuticos que controle más la actividad que desarrollan. «En un primer momento ofrecen, por ejemplo, masajes y luego ya te atrapan con los rituales», concreta.

El tarot

Desde en Instituto Valenciano de la Ludopatía advierten del peligro del tarot, sobre todo, a través de la televisión, una adicción que va en aumento en la Comunitat. «Las víctimas suelen ser mujeres que se sienten atrapadas, que están mal psicológicamente y buscan oír lo que ellas quieren oír», explica desde la entidad. El resultado: deudas por facturas de miles de euros.

Fuente:lasprovncias.es

24 horas al día de sexo


Tiene 50 años y le llamaremos Daniel porque ha solicitado conservar el anonimato a cambio de su testimonio. Pero es una persona real, con una vida real y una enfermedad, también, real: la adicción al sexo.

Residente en Barcelona, y actualmente en paro, no ha oído hablar de la película 'Shame' (vergüenza), en la que Michael Fassbender da vida a Brandon, un hombre de 30 años que como él vive las 24 horas al día por y para el sexo. Reconoce en cambio que se ha topado con muchos hombres de carne y hueso que empezaban a 'jugar' peligrosamente con el placer carnal. Y con otros tantos que ya habían caído en las garras de su dependencia. "Sabes lo que es, lo que sucede, porque has tenido la experiencia. Entonces te das cuenta en seguida de ciertas señales que demuestran si una persona se está enganchando o ya lo está", afirma.

Fue a los 35 cuando Daniel se abandonó al sexo. "Desde joven he tenido problemas de adicción. Me he dado a todo, lo que ha sucedido es que la forma ha cambiado (sexo en lugar de alcohol o drogas) pero la base de mi problema es el mismo: una falta total de control de los impulsos".

Una peli porno, un par de encuentros con desconocidas, masturbarse varias veces al día... eran la válvula de escape de Daniel tras una ruptura amorosa. "Los problemas con mi pareja no surgieron porque fuera adicto al sexo, me enganché después de este fracaso emocional. Recurrí a ello como evasión, porque estaba triste, ansioso y poco a poco se convirtió en una obsesión. Todo el día estaba pensando en el sexo. Todas mis energías estaban en obtener placer, que no me faltara. No te vuelves adicto de la noche a la mañana, es poco a poco. Caes sin darte apenas cuenta".

Un adicto al sexo no es muy diferente a un ludópata o a un alcohólico. No es ninguna broma. Todos se meten en un círculo vicioso del que no pueden salir, sin ayuda. Sufren, pasan 'mono', ansiedad, dejan de sentir placer y viven con vergüenza, arrepentimiento, soledad y falta de autoestima. Todos, también, pagan las mismas consecuencias: pérdida de trabajo, de pareja, de dinero. "Es una auténtica mierda. Acaba con todo, autoestima, te quedas sin vida", enfatiza Daniel.

Pese a ello, y a pesar de que el número de hombres y mujeres que 'acumulan' amantes va en aumento, el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), la 'biblia' de los psiquiatras, sigue sin considerar la adicción al sexo como una categoría diagnóstica, un hecho que levanta ampollas entre los especialistas.

Máxime cuando se valora que los expertos que estudian y tratan esta patología estiman que cerca del 6% de la población la padece, aunque en honor a la verdad, lo cierto es que se desconoce su prevalencia real. Es más, según un estudio publicado en el 'American Journal of Psychiatry', "las cifras están infravaloradas porque esta conducta se vive en secreto debido a que causa pudor, es vergonzante y clandestina".

Aumento de adictos al sexo
Javier Pujols, codirector del Instituto de Sexología de Barcelona y terapeuta de Daniel, lo corrobora: "Se sabe cuál es la prevalencia del alcoholismo o la ludopatía, pero se desconoce la del comportamiento sexual compulsivo. Las adicciones pueden tratarse en centros públicos o privados, pero en el caso de sexoadicción contamos con un abordaje público, de ahí la dificultad para contar con estadísticas. Tenemos entre 40 y 50 casos nuevos al año, pero hemos notado un aumento de pacientes".

El crecimiento de la demanda de atención se ha sentido también en otros centros. Vega González de Atención e Investigación de Socioadicciones (AIS) lo confirma. "Empezamos a ver los primeros casos en 2001, pero eso no indica que antes no existiese la patología. En los últimos años nos están llegando más afectados. Cada vez se habla más de ella y sus víctimas o sus familiares entienden y aceptan que han de solicitar ayuda de algún profesional".

La sexoadicción, una de las dependencias menos confesadas y visibles, fue descrita por primera vez en 1886 como psicopatía sexual por el psiquiatra alemán Kraff-Ebbing, pero habría que esperar hasta 1970 para que se desarrollaran las pautas necesarias para su identificación y tratamiento. Todo gracias a un sólo hombre: Patrik Carnes, del Centro de Tratamiento Meadwos, en Arizona (EEUU) quien además acuñó el término adicción.

Según sus palabras: "las personas con comportamiento sexual compulsivo se vuelven adictas a los cambios neuroquímicos que se producen en su cuerpo y en su cerebro durante el acto sexual, como los heroinómanos se enganchan a la heroína por 'chutarse'".

Cuánto sexo es demasiado
¿Pero cuánto sexo es demasiado? ¿Es normal mantener dos o tres relaciones al día o ya es patológico? La barrera entre practicar sexo y estar enfermo por su culpa es nítida: cuando se convierte en una obsesión enfermiza que "interfiere en la vida cotidiana y se mantiene a pesar de las consecuencias negativas, si la persona ha perdido la capacidad de controlar este comportamiento y de escoger libremente si se lleva a cabo o no, entonces estamos hablando de adicción y por tanto de una patología", apostilla la psicóloga González.

Y a diferencia de otras adicciones, la sexual puede adoptar múltiples formas: desde la masturbación compulsiva, las relaciones con múltiples parejas heterosexuales u homosexuales, los encuentros con personas desconocidas, hasta el uso de pornografía, prostitución o líneas eróticas. La llegada de internet no ha hecho más que empeorar el panorama. "No sólo por el ciberporno, sino porque que practicar sexo con personas desconocidas está más al alcance de la mano gracias a los contactos que se hacen en la red", recuerda Javier Pujols.

Más optimista se muestra a la hora de hablar de su curación."La sexualidad es un derecho, y al igual que a una persona bulímica no la puedes tratar diciendo que nunca más vuelva a comer, un sexoadicto tampoco tiene que vivir sin sexo el resto de su vida. Se trata de que aprendan a llevar una vida sexual sana y placentera, que reaprendan su conducta sexual, fomente su autoestima y adquiera habilidades para el autocontrol. Para ello utilizamos la terapia de los 12 pasos y lo cierto es que aunque alguno tiene alguna recaída, de la que suele salir reforzado, tenemos altas tasas de éxito. Dura entre 12 y 18 meses, pero además después hacemos seguimiento".

Daniel lleva un poco más de un año en terapia "y me siento mucho mejor. Prueba de ello es que estoy contando mi caso. Estoy recuperando mi vida y conectando con mis emociones. La adicción me ha dejado secuelas y disfunciones por eso aún no puedo volver a practicar sexo, pero confío en tener pareja algún día. Lo más importante es tomar conciencia de que tienes un problema. Eso sí, es un camino que haces solo, pero se puede salir, aunque sea duro, como también es duro que la sociedad no lo comprenda ni le interese".

Fuente:elmundo.es

Facebook y Twitter, más adictivos que el alcohol y el tabaco


La red social de Facebook y la red de microblog Twitter causan más adicción que el alcohol y el tabaco. Resistir la tentación de visitar los sitios de redes sociales para ver las actualizaciones es más difícil que rechazar una bebida o un cigarrillo. Así consta en un estudio realizado por la Booth School of Business de la Universidad de Chicago -y recogido por el diario británico The Telegraph.

Facebook y Twitter se han convertido en las redes sociales más populares del momento. Incluso, los 'smartphones' y 'tablets' permiten estar conectados a ellas las 24 horas al día. Entrar en el perfil de Facebook para comprobar si alguien ha comentado un estado, ha publicado una foto o ha cambiado su estado, así como comprobar las menciones en Twitter o los 'tuits' de los seguidores, se convierten en acciones diarias tan comunes como dormir o comer. De ahí que algunos de esos usuarios tengan adicción a las redes sociales.

Según el estudio, tanto Facebook como Twitter causan más adicción en los usuarios que el alcohol o el tabaco. Para este estudio se han realizado 250 encuestas sobre los deseos diarios de los usuarios.

La encuesta concluye que dormir y el sexo son los dos deseos más anhelados durante el día pero acceder a las redes sociales y el trabajo son los deseos más difíciles de resistir y más fáciles de satisfacer. En contraposición, el alcohol y el tabaco son deseos que se encuentran en niveles mucho más bajos a pesar de generar adicción.

Según revela el director del estudio, el doctor Wilhelm Hofmann, la forma de controlar esta adicción es resistir a la tentación ya que de esta manera se fortalece la fuerza de voluntad y cada día se tienen menos ganas de "caer en la tentación".

Fuente:farodevigo