lunes, 26 de julio de 2010

El peligroso mundo de las sectas crece con la crisis

De un tiempo a esta parte, el número de afectados por las sectas ha aumentado considerablemente en nuestro país. La crisis ha favorecido el reclutamiento de adeptos, cuyo perfil también ha cambiado. Los grupos sectarios aprovechan la debilidad de los inmigrantes sin trabajo, así como de los jóvenes mileuristas que se tambalean entre contratos basura y las listas del paro.

Los reporteros de 'Investigación al Descubierto' se han infiltrado en varios grupos sectarios, entre ellos, los que ahora proliferan como la pólvora, las sectas empresariales. En ellas, han podido comprobar las tácticas que utilizan, viviendo en sus propias carnes la explotación laboral y mental que puede sentir una víctima de una secta.

Pero además de estos novedosos grupos, los periodistas de Veo7 han asistido a ceremonias y hablado con líderes de sectas ya arraigadas en nuestro país. Por ejemplo, 'Las Doce Tribus', en la cual los niños no reciben escolarización y son educados con libros creados por los propios miembros de la secta. Tampoco las mujeres salen bien paradas. A las féminas pertenecientes a 'Las Doce Tribus' no se les permite vestir con prendas que realcen su figura ni descuidar a los varones del grupo.

Además de las infiltraciones con cámara oculta, el reportaje queda aderezado con testimonios de víctimas, psicólogos, abogados y expertos sobre el funcionamiento actual de las sectas en España.

Fuente: elmundo.es

El Hospital de Bellvitge atiende cada año 400 nuevos casos de Ludopatía

L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), 14 jul (EFE).- La Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge atiende cada año 400 nuevos casos de adictos al juego, un 3,5% de los cuales son personas que presentan adicción a las nuevas tecnologías.

Esta unidad, única especializada de España, ha elaborado un estudio sobre el perfil psicopatológico y de personalidad de los adictos a las nuevas tecnologías, como por ejemplo videojuegos en línea, Internet, apuestas en línea o teléfonos móviles.

El estudio compara el perfil de 962 jugadores patológicos de máquinas tragaperras con el de 100 adictos a las nuevas tecnologías.

Los adictos a las nuevas tecnologías presentan unos rasgos comunes con el resto de adicciones como una baja autoestima, un sentimiento de frustración o tristeza.

La responsable de la Unidad de Juego Patológico de Bellvitge, Susana Jiménez, ha destacado también "la impulsividad con la que se mueven los adictos a apuestas en línea de casinos o de competiciones deportivas".

Los síntomas de estas personas son similares a otros adictos: "dedican cada vez más tiempo a su adicción, desatienden obligaciones familiares y laborales y su vida en general se ve afectada. A pesar de todo mantienen su conducta", ha agregado Jiménez.

Las personas adictas a las nuevas tecnologías llegan a la consulta de los especialistas empujados por sus familiares.

"No creen que tengan un problema, piensan que su conducta es similar a la de otras personas de su entorno y eso complica mucho más que el tratamiento se pueda finalizar con éxito", según la responsable de la unidad.EFE 1010186

Fuente: ABC.es

No sin mi iPad

No hay crisis que valga: cuando queremos la última innovación tecnológica nos lanzamos a por ella cueste lo que cueste. A veces puede ser un problema psicológico.

Comprar la experiencia

¿Somos unos derrochadores tecnológicos o de verdad nos lo podemos permitir? Para Pablo Balaguer de la Riva, psicólogo del Colegio Oficial de Las Palmas, «compras la experiencia que te venden». Según Balaguer, esta experiencia es el deseo de «ir a la moda», aunque ello implique comprar inconscientemente y sin necesidad. Ese anhelo de estar a la última siempre puede derivar en algo muy peligroso: la compra compulsiva. Según Balaguer, «a la larga se produciría un efecto contraproducente: arruinarse por llegar a la exclusividad», por diferenciarse del resto con la última innovación hecha carcasa y cables.
Balaguer apunta otro problema que tiene este consumo de tecnología y que es la capacidad de adicción. El querer conseguir la satisfaccción antes citada puede derivar en un uso excesivo del producto, un enganchamiento perpetuo y otras adicciones como (cita Balaguer) la sexual o a determinados temas o páginas web. Y si la situación no fuera lo suficientemente grave, el círculo de amigos y familiares alrededor de la persona afectada puede verse seriamente dañado. Así, en algunos casos ya no es sólo una cuestión de dinero que las compras pasen a mayores.
Más allá de las siempre preocupantes adicciones, lo que sí está claro es que éste es un momento o para ahorrar o para gastar en algo que nos permita ahorrar en el futuro, como los electrodomésticos de alta eficiencia. Quienes no puedan, tendrán que esperar tiempos mejores en los que, quién sabe, igual habrán bajado los precios.

Fuente: ABC.es

domingo, 18 de julio de 2010

Una red social para el trastorno bipolar

A través de la web PuedoSer.es expertos y afectados confluyen para resolver dudas, compartir experiencias y poner en común las dificultades de una patología que estigmatiza a quienes la sufren y mina su calidad de vida.

Sufren cambios constantes de su estado de ánimo. Los afectados por el trastorno bipolar viven como en una montaña rusa que alterna entre los estados de euforia y las depresiones. Muchos se esconden de la sociedad, debido a las trabas que pone en su vida. Por eso, en muchos casos las relaciones a través de la red parecen su única salida. Sin embargo, buscar información y consuelo médico en internet no es sencillo, y por ello, desde la plataforma Vi.vu –portal médico–, han creado una comunidad para los afectados.


Desde la web PuedoSer.es los pacientes con esta alteración mental pueden encontrar ayuda. «La red en sí misma no tiene finalidad ni probablemente efecto terapéutico directo, pero proporciona acceso a información de calidad e interacción rápida entre pacientes y pacientes, entre pacientes y profesionales, y entre profesionales entre sí. Por tanto, presta un servicio en aspectos como información, divulgación, accesibilidad y desestigmatización que, sin constituir una terapia, son elementos importantes del proceso terapéutico», explica Eduard Vieta, coordinador científico y director del Programa de Trastornos Bipolares del Hospital Clínic de Barcelona e Investigador Principal de Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam).

Fiable
Aunque la red social es abierta, un equipo técnico comprueba que los doctores que en ella participan (libre y voluntariamente) efectivamente son psiquiatras, aportando confianza al usuario y transparencia en el diálogo, además de garantizar una calidad en la interacción. Sin embargo, los usuarios pueden participar de manera anónima, ya que las enfermedades mentales tienen un cierto estigma y el anonimato puede hacerles sentir más cómodos a la hora de interactuar.
Entre algunas de las cuestiones que plantean los usuarios se hayan: ¿Qué hacer con el manejo del dinero? ¿Qué pasará cuando nazca mi hijo si mi marido sufre el trastorno? O, incluso, llegan a preguntarse si lo han hecho todo «a pies juntillas», qué pueden esperar del futuro.


Santiago Sotoca, responsable de Comunidad de Vi.vu, y uno de los desarrolladores del proyecto, explica que «el objetivo de PuedoSer es la creación de un espacio en internet con información de calidad sobre Trastorno Bipolar. Esta información “fiable” es generada a través de las respuestas de los profesionales a las preguntas de los usuarios».
Un ejemplo lo encontramos en el médico Francesco Panicali, que participa como experto en PuedoSer, explica que «los usuarios a través de la invisibilidad del medio pueden explicar muchas cosas del trastorno en general. Evito hacer “terapia”, me limito a informar y a expresar la opinión de una persona que se sienta al “otro lado de la mesa”. Para mí es una manera de que los usuarios se acerquen al mundo de la psiquiatría, sin que le tengan miedo, sin que vean al psiquiatra como inalcanzable y a la vez es una manera de conocer aspectos diferentes, miedos, curiosidades de las personas que padecen el trastorno».

Utilidad
Sotoroca subraya la posibilidad real de una segunda opinión, a que apunta a que cualquiera de los más de 350 especialistas registrados pueden ayudar a los pacientes que hagan lo propio. Además, Panicali añade que «quien escribe en el foro de puedoser.es es una persona dispuesta a confrontarse a abrirse a hablar de sí misma, de su trastorno y de sus implicaciones».
En este sentido, cabe añadir la utilidad de la web para ayudar a vigilar los brotes más agudos de la enfermedad en algunos de los usuarios registrados, ya que el investigador del Cibersam asegura que «ya se ha dado algún caso en que un paciente ha expuesto síntomas incipientes de recaída en la web y se le ha recomendado acudir a su médico de inmediato, logrando abortar una recaída más que segura».


Ayuda médica de calidad
Este proyecto se ha ideado mediante el modelo psicoeducativo de psiquiatría. Según esta modalidad de terapia, el enfermo de trastorno bipolar adopta un papel activo en el tratamiento de su enfermedad, y comienza a ser el primer interesado en llevarla con normalidad. Con la supervisión del médico y la ayuda de su entorno, el enfermo es quien asume la responsabilidad de su terapia, lo que incluye la búsqueda y contraste de la información y la toma de ciertas decisiones.
Leer la opinión de distintos especialistas sobre una misma situación, contrastar fuentes, hacer preguntas, permite que el enfermo despeje dudas.
Además, el modelo interactivo les ayuda a verse reflejados en casos similares e interactuar con otros usuarios y doctores, superando así poco a poco las barreras de la enfermedad, ya sean comunicativas o incluso laborales.


De interés para
los enfermos:

PuedoSer
Web: www.puedoser.es

Fundación Mundo Bipolar
Web: www.mundobipolar.org

Red de Usuarios de Salud Mental
Web: http://usuariosdesaludmental.blogspot.com/

Fuente: LARAZON.es

Uno por ciento esquizofrenia - arte y locura

sábado, 17 de julio de 2010

Cómo funcionan las Sectas

APRENDER A SER FELICES

¿Por qué vemos tanto la tele?

No se trata de demonizar el entretenimiento, el trabajo o la diversión, sino de analizar para qué los utilizamos. Si se trata de un medio de escapar de nosotros mismos, es el momento de salir del círculo vicioso.

No importa si vivimos solos o acompañados de nuestra pareja e hijos. Una vez en casa, cansados físicamente y agotados mentalmente, solemos desplomarnos en el sofá. Y justo en ese preciso instante, después de un día marcado por la obligación de hacer y el deseo de tener, nos encontramos irremediablemente con nuestro ser. Es sin duda el verbo más importante de nuestra vida, pero también al que prestamos menos atención. De ahí que sentados en el sillón, solos, en silencio y sin hacer nada, nos invada una incómoda sensación. Es como un runrún que empieza a vibrar con fuerza en nuestro interior, una experiencia conocida como “vacío existencial”.

Lo paradójico es que al empezar a conectar con nosotros mismos, con lo que sentimos en nuestro interior, solemos encender la televisión de forma mecánica con la intención de evadirnos de esa molesta y desagradable sensación. Es un acto sutil, totalmente inconsciente. Y lo cierto es que después de tantos años siguiendo este mismo ritual, huir de nosotros mismos termina por convertirse en una rutina. Lo hacemos por una simple cuestión de comodidad e inercia.

De hecho, según los informes que realiza Corporación Multimedia, los españoles nos pasamos una media de casi cuatro horas al día delante de la caja tonta. Se estima que nos tragamos al menos una hora de anuncios publicitarios y otra haciendo zapping.

Y eso no es todo. Según un estudio de la Asociación Europea de Publicidad Interactiva, la actividad de navegar por Internet ya supera en número de horas a la semana a la de ver la tele. Visto con perspectiva, nuestro tiempo de ocio empieza a tener un denominador común: estar sentados, narcotizándonos delante de una pantalla. De ahí que algunos sociólogos constaten que hemos entrado en una nueva era con un nuevo tipo de ser humano: el homo evasivus. Es decir, “el hombre que se evade de sí mismo”.

Llegados a este punto, los psicólogos y coachs contemporáneos proponen una serie de preguntas para averiguar qué hay detrás de nuestra adicción a escapar de nuestro mundo interior: “¿Cuánto tiempo dedicamos cada día a estar realmente con nosotros mismos sin evadirnos? ¿Qué necesidad tenemos de entretenernos? ¿Qué sentimos cuando estamos a solas, en silencio y sin nada con lo que distraernos? Y en definitiva: ¿somos conscientes de que huir de nosotros mismos no es la solución, sino el problema?

¿Por qué hacemos lo que hacemos?

“El aburrimiento es un síntoma inequívoco de que no estás a gusto contigo mismo” (Erich Fromm)


Resulta incómodo cuestionar nuestro estilo de vida. Pero tarde o temprano no nos va a quedar más remedio que pararnos y ver qué ocurre en nuestro interior. Y este ejercicio de honestidad, humildad y coraje es el principio de la verdadera crisis existencial, que no es más que asumir la responsabilidad y el compromiso de resolvernos a nosotros mismos.

Al estudiar la etimología de las palabras, nos damos cuenta de que en este caso el problema es también la solución. El término malestar, por ejemplo, está compuesto por el adjetivo mal y el verbo estar y básicamente significa “estar mal”. Un sinónimo contemporáneo, totalmente aceptado por la sociedad, es el aburrimiento. Procede del latín abhorrere, que quiere decir “tener horror”. Es decir, que cuando afirmamos estar aburridos, en el fondo estamos diciendo que sentimos horror dentro de nosotros. De ahí que para escapar nos orientemos hacia la diversión. Lo cierto es que este sustantivo, que viene del verbo latino divertere, significa “apartarse, alejarse, desviarse de algo penoso o pesado”. Recapitulando, sólo cuando estamos mal experimentamos horror en nuestro interior, lo que nos lleva a apartarnos y alejarnos de nosotros mismos, buscando distracciones de todo tipo en el exterior.

La filosofía del autoengaño

“No hay peor ciego que el que no quiere ver” (proverbio chino)


Se cuenta que el emperador romano Alejandro Magno, de camino hacia India, fue a visitar al filósofo griego Diógenes de Sínope. Era una mañana de invierno, soplaba el viento y Diógenes descansaba a la orilla de un río, sobre la arena, tomando el sol desnudo. Nada más verlo, Alejandro Magno quedó fascinado por la energía y la paz que desprendía su presencia. “Señor, por todas partes me cuentan que es usted un gran sabio”, afirmó el emperador. “Me gustaría hacer algo por usted. Dígame lo que desea y se lo daré”. Sin apenas inmutarse, Diógenes le contestó, con voz tranquila y serena: “Muévete un poco, que me estás tapando el sol. No necesito nada más”.

Su respuesta le dejó impresionado. Tras unos segundos de silencio, el filósofo le preguntó: “¿Adónde vas, Alejandro?”. “Y sobre todo, ¿para qué?”. Seguro de sí mismo, el emperador le contestó: “Voy a India a conquistar el mundo entero”. Diógenes le miró a los ojos y le hizo una nueva pregunta: “Y después, ¿qué vas a hacer?”. Alejandro Magno se lo pensó un buen rato y finalmente afirmó: “Después descansaré, viviré tranquilo y seré feliz”.

Diógenes se echó a reír. “Estás loco”, le espetó. “Yo estoy descansando ahora. No he conquistado el mundo y no veo qué necesidad hay de hacerlo. Si al final lo que quieres es descansar, vivir tranquilo y ser feliz, ¿por qué no lo haces ahora? Y te digo más: si lo sigues posponiendo, nunca lo harás. Morirás. Todo el mundo muere en el camino, pero son muy pocos los que realmente viven”.

Desenchufarse para conectarse

“El vacío existencial no se llena, sino que se trasciende por medio de la aceptación” (Viktor Frankl)


No se trata de demonizar el trabajo, el consumo y la diversión. Pero sí de reflexionar acerca de si son medios para escapar de nuestro malestar, o fines en sí mismos con los que disfrutar de todo cuanto nos ofrece la vida. Y es que podemos ver la tele o navegar por Internet para matar el tiempo, o bien podemos hacerlo como resultado de una elección consciente. La clave para saber desde dónde tomamos la decisión se encuentra en lo que nos mueve a hacerlo.

El primer paso es a menudo el más difícil. Consiste en salirnos de la rueda para dedicar tiempo y espacio para estar con nosotros mismos. Porque es en el silencio y en la inactividad donde reconectamos con lo que somos. Y dado que llevamos tantos años escapando de nuestro dolor, insatisfacción y malestar, esto es precisamente lo primero con lo que nos encontramos. Forma parte del proceso de autoconocimiento. Es la cortina de humo que nos separa de nuestro verdadero bienestar.

Para salir de este círculo vicioso hemos de adueñarnos de nuestro diálogo interno. Así, podemos contrarrestar nuestra inercia mental con nuevas preguntas: “¿Quiénes somos? ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué le falta a este momento para sentirnos felices?”.

A menos que aprendamos a estar bien con nosotros mismos, seguiremos sintiendo el impulso mecánico de alejarnos de nuestro mundo interno, orientándonos obsesivamente a la actividad constante y el consumo desbocado. Así, la finalidad del crecimiento personal es recuperar nuestro autogobierno interno, que suele dar como fruto un bienestar duradero. Es entonces cuando se nos revelan dos verdades inmutables: que nosotros somos lo que andamos buscando y que no hay mayor fuente de dicha que vivir el momento presente, en un íntimo contacto con la realidad.

Fuente: ELPAIS.com

Doctor, soy un adicto a la Bolsa

"Llegué a soñar con la Bolsa. Mi mundo giraba alrededor de ella". Así resume su historia un adicto bursátil ya rehabilitado que prefiere mantener su anonimato. Todo empezó hace 10 años cuando estaba en la universidad. En su familia había tradición inversora y se marcó un objetivo que se transformó en obsesión: incrementar su patrimonio lo más rápido posible. Quería pegar el pelotazo, pero el resultado final fue bien distinto: quemó 30.000 euros y cayó en una espiral ludópata.

"Te das cuenta de que tienes un problema cuando las cantidades que inviertes no se corresponden a tu nivel de vida. Quería parar, pero no podía. Perdía la noción del día a día para centrarme en hacer operaciones sin sentido", explica este ex inversor. Cuando finalizó la universidad y empezó a trabajar, su adicción continuó. Antes de empezar la jornada laboral ya había repasado los periódicos y webs económicas. La llegada a la oficina coincidía con la apertura del mercado. Daba las primeras órdenes, algunas al contado y otras con derivados. Procuraba cerrar todos los movimientos con el toque de campana.

"El número de operaciones que realizaba dependía de la carga de trabajo que tuviese. No llegué a tener problemas laborales, pero los niveles de ansiedad y el nerviosismo que alcanzaba no eran normales. Es una adicción que afecta a tu rendimiento, a tu estado de ánimo y, por supuesto, a tus relaciones personales".

En los últimos años, coincidiendo con el desarrollo tecnológico que permite invertir de forma anónima en tiempo real en cualquier mercado desde cualquier sitio, ya no es extraño ver a personas con trastornos de ludopatía bursátil en los departamentos de psiquiatría de los hospitales.

"Algunos inversores arriesgan mucho dinero, calculando poco los riesgos y buscando ganancias rápidas, así como elevados niveles de excitación. Estas personas juegan exactamente igual que lo harían en un casino o a cualquier otro tipo de juego con apuesta. Su conducta cumple estrictamente los criterios de juego patológico de los manuales diagnósticos de los trastornos mentales", explican desde el Connecticut Council on Problem Gambling, una de las instituciones con mayores conocimientos sobre esta adicción.

En la unidad de juego patológico del servicio de psiquiatría del hospital de Bellvitge, en Hospitalet de Llobregat (Barcelona), acaba de empezar su tratamiento un nuevo paciente. Tiene 45 años y es taxista. Le ha costado tomar la decisión, pero finalmente se ha puesto en manos de profesionales gracias al consejo de un buen amigo. "Tengo miedo al fracaso, a arruinarme", confiesa.

Este inversor no sabe aún si la Bolsa es su problema o si es sólo una válvula de escape para huir de otros problemas. "Cuando algo me sale mal, por ejemplo, discuto con mi hija de 18 años, busco algo que me satisfaga. Una de esas salidas es ganar dinero rápido", describe. Su profesión le impide estar continuamente operando, "empleo como mucho un par de horas al día", aunque el hecho de estar todo el día en la calle, "tocando dinero, ya sabe...", le lleva también a caer en otras formas de ludopatía cuando entra en una fase de ansiedad como las apuestas en partidas de cartas o las máquinas tragaperras.

Este paciente asegura que siente pasión por los mercados, "sigo la Bolsa desde que tenía 16 años", y dice tener un plan de inversión que cuando rompe le lleva a entrar en un estado de ludopatía. "Debo aprender a controlarme. Los derivados intento no tocarlos. Cuando lo hago, mi problema se agrava. Si pierdo dinero, no cierro la posición; al contrario, la mantengo y lo único que consigo es agrandar las pérdidas".

No existe una cifra global del número de personas adictas a la Bolsa. Sin embargo, su número aumenta cada año. Como muestra de la magnitud que está adquiriendo este problema, es significativo que la Securities and Exchange Commission (SEC), el supervisor bursátil estadounidense, haya accedido a incluir en su web varios enlaces a páginas especializadas en el tratamiento de esta enfermedad. Y lo ha hecho frente a la frontal oposición de la industria financiera.

El primer caso de patología asociada a la Bolsa que trataron en el hospital de Bellvitge data del año 1996. En los últimos años, el número de pacientes con esta adicción ha aumentado y ya suman 16. Muchos más quizá padecen este problema, pero no lo reconocen. "Es posible que se retrase el diagnóstico porque es una actividad socialmente aceptada y asociada a cierto estatus social", explica Susana Jiménez-Murcia, responsable de la unidad de juego patológico en el centro catalán.

Aunque todavía no hay mucha literatura científica sobre esta patología, sí se puede establecer un perfil aproximado de la persona adicta a la Bolsa. La mayoría son varones y su edad media es de 42 años. El inicio en la inversión con cierta asiduidad es de 36 años y la evolución del trastorno dura tres años. En el juego tradicional, el desarrollo del problema es más lento, ya que tarda hasta siete años en manifestarse. "La Bolsa es mucho más adictiva gracias a la posibilidad de invertir las 24 horas", destaca Jiménez-Murcia. Otra característica de estos pacientes es que cuando deciden ponerse en manos de un profesional para curarse presentan un cuadro de alteración emocional cuyos rasgos son preocupación, ansiedad, tristeza, culpa, baja autoestima y aislamiento. Además, suelen llegar con deudas y un deterioro de sus relaciones laborales y familiares.

"En cuanto a su personalidad, observamos que son personas con una clara necesidad de sensaciones, tienen dificultades para tomar las riendas de su vida y presentan una elevada impulsividad", explica esta psiquiatra.

En la unidad de ludopatía del hospital Ramón y Cajal de Madrid atendieron el primer caso de adicción a la Bolsa hace cinco años. "Hay más afectados de los que nos imaginamos. Muchos adictos no son conscientes de que tienen un problema", señala Ángela Ibáñez, responsable de esta unidad. Tan poco conscientes son de que su actividad de inversión ha derivado en ludopatía que no suelen acudir voluntariamente al hospital. "La punta del iceberg son las consecuencias económicas", apunta Ibáñez. "Cuando acuden, su situación ya es dramática. Hasta el último momento piensan que son presas de una mala racha, pero esa actitud sólo genera deudas. Cuando se dejan de pagar los préstamos, la situación acaba estallando y la familia descubre el agujero económico", añade.

Precisamente es este detonante económico el que hace que en un entorno de recesión como el actual las listas de espera de todas las patologías relacionadas con el juego aumenten. "Antes, muchos pedían cita y luego no acudían a la consulta. Ahora no fallan porque con las estrecheces económicas cualquier gasto extra es detectado mucho antes por su entorno", indica Ibáñez.

Un rasgo propio de la ludopatía bursátil es que muchos pacientes presentan rasgos narcisistas. Se vuelcan en el mercado no sólo para ganar dinero, sino también para demostrar que son más listos que los demás, que ellos sí pueden batir al mercado. "En muchos casos se enganchan a la Bolsa porque tienen la impresión de tener una habilidad especial para lograr el éxito. Eso les lleva a resistirse a asumir las pérdidas; siempre tratan de recuperarlas. La inversión despierta un ego especial. Esta es la razón por la que muchos de los pacientes que tratamos utilizan productos complejos para invertir. Intentan salirse de la corriente", describe Ibáñez.

Entre los casos que ha tratado, esta psiquiatra recuerda por su dramatismo el de un empresario joven de éxito, cuyo negocio marchaba bien y daba empleo a varias familias, y que lo perdió todo por las deudas contraídas para pagar su adicción a la Bolsa. "Los pacientes dicen que acaban perdiendo su dignidad como personas. Algunos acaban teniendo incluso problemas legales".

Hay varias conductas con las que, si un inversor se siente identificado, puede que esté desarrollando un trastorno de ludopatía bursátil. Preocuparse más de lo necesario por buscar diariamente información relacionada con los mercados es uno de estos indicios; también debería hacer saltar las alarmas utilizar la inversión para escapar de estados emocionales. Otro síntoma que debería preocuparnos es percibir que cada vez arriesgamos más con las operaciones o que cuando nuestras apuestas son fallidas, en lugar de cerrar la posición, buscamos nuevas fuentes de financiación. Obviamente, también se traspasa la línea roja entre afición y adicción si mentimos o ponemos en riesgo nuestras relaciones afectivas y profesionales.

Una vez que el inversor reconoce su problema y accede a ponerse en manos de un profesional, ¿cuál es el proceso? "El tratamiento suele ser una terapia de grupo que se complementa, si se necesita, con la prescripción de fármacos para rebajar la ansiedad", describe la doctora Ibáñez.

El riesgo de recaída es similar al de otras conductas adictivas, aunque en el caso del juego es un trastorno que responde bien al tratamiento. "Las probabilidades de reincidencia están en torno al 30%. Es decir, para la mayoría el tratamiento puede ser eficaz. Con conciencia de enfermedad, motivación y apoyo familiar, muchos logran salir", apunta Jiménez-Murcia. A pesar de estos datos, no conviene bajar la guardia. "La presión de las deudas provoca que muchas veces recurras a lo que más conoces, pensando que esta vez va a ser diferente. La memoria suele ser selectiva: nos acordamos de las plusvalías y minimizamos u olvidamos las pérdidas", matiza su colega del Ramón y Cajal.

Sin querer esquivar responsabilidades individuales, psiquiatras y pacientes exigen a las sociedades de Bolsa y a las entidades financieras que refuercen sus controles. Es relativamente sencillo apalancarse varias veces por encima de nuestro patrimonio para invertir, circunstancia que aumenta las posibilidades de beneficios si las cosas van bien, pero también las opciones de perder dinero si la apuesta es fallida. Muchas veces también se comercializan instrumentos de inversión complejos (opciones, futuros, derivados, warrants...) sin tener en cuenta el perfil de riesgo o los conocimientos del cliente. "En las entidades financieras no existe sensibilidad al riesgo que tienen sus clientes de convertirse en adictos a la inversión. Sería bueno que abriesen una unidad de asistencia", critica el paciente ya rehabilitado. -

Fuente: ELPAIS.com

Solo las nuevas tragaperras alertarán de los riesgos de la ludopatía

Las máquinas tragaperras avisarán a los clientes del tiempo que llevan jugando. Cuando el aparato reciba monedas sin cesar durante 30 minutos, aparecerá un recordatorio en pantalla. A la hora y media, el mensaje será más contundente: "El juego deja de ser una diversión cuando se convierte en adicción". La medida entra en vigor hoy. Pero habrá que esperar semanas para verla en marcha, porque afecta solo a las máquinas nuevas, y no a todas, como se había planeado inicialmente.

El Departamento de Interior, que ha impulsado la iniciativa dentro de su Programa de juego responsable, ha rectificado a última hora. La idea inicial era que las 40.000 máquinas recreativas y de azar que existen en Cataluña incorporasen un software para emitir los mensajes contra la ludopatía. Tras una reunión con los representantes del sector, se vio que la medida era inviable.

"Hemos tenido que cambiar y aplicar el sentido común: instalar el dispositivo en las máquinas viejas era complejo técnicamente y caro para el sector", explicó la directora general de Juego y Espectáculos, Mercè Claramunt.

Una medida "inútil"
La medida afecta, pues, a las máquinas -cada vez más sofisticadas y con más opciones de juego- que se homologuen desde hoy, según el último decreto aprobado el 4 de mayo. Una máquina tragaperras tiene una vida media de cinco años, pero en un año se renueva el 30% del parque.

Las terminales de Binjoc, una modalidad de videolotería que gestiona la Generalitat, se apagan automáticamente a los 90 minutos de juego. Se juega en bingos y casinos, y cada cliente dispone de un código, por lo que es fácil identificar si alguien juega más de lo recomendable. Pero las tragaperras, que están en miles de bares, funcionan con monedas, por lo que es imposible desconectar al jugador, que pese a los mensajes podrá seguir echando tantas monedas como quiera.

La patronal del sector aplaude la rectificación de Interior, ya que aplicar los cambios tecnológicos a las máquinas antiguas "habría sido un esfuerzo económico enorme". La idea de las alertas, sin embargo, no les convence en absoluto. "Es una medida innecesaria. No le vemos la razón ni la utilidad. Queda bien de cara a la galería, pero al que tiene un problema real de ludopatía no le sirve de nada. Además, un jugador no está tanto tiempo en una máquina", apostillaron las mismas fuentes.

Fuente: ELPAIS.com