Con apenas 12 años Beatriz (nombre ficticio) se refugió en las redes sociales. La situación en su casa no era muy buena y los problemas económicos complicaban la convivencia. Ella disfrutaba "creando" nuevas amistades, con las que compartía pensamiento, preocupaciones y risas. "Pasaba largas horas frente al ordenador chateando con unos y otros. En uno de ellos encontré a una supuesta chica con la que hablé bastante hasta que le di mi e-mail. Ella me dijo que me iba a hacer un casting para una serie de televisión que me gustaba mucho y me lo creí", recuerda. "Entonces me pidió que me mostrara delante de la webcam... Y lo hice. Al principio estaba con ropa y luego, me pidió que me fuera desnudando hasta que le mostré el pecho casi sin darme cuenta... Me negué cuando me pidió más".
Esta negativa no gustó a la receptora, que comenzó a amenazarla: "Me dijo que repartiría fotos y vídeos míos por toda la red si me negaba a mostrarle todo el cuerpo desnudo, y que iría a por mi familia. Al final, cedí a sus chantajes por miedo. Hasta que un día decidí borrar el Messenger y dejar de lado el ordenador". De eso hace ya cuatro años.
Beatriz recuerda los meses posteriores con mucho miedo: "Pensé que tenía un vídeo mío y que lo iba a poner en internet. Aquello me afectó en mis relaciones sociales, soy muchísimo más desconfiada con quien no conozco". Con el tiempo, volvió a utilizar internet y también las redes sociales, "pero jamás cuelgo fotos mías ni tampoco doy mucha información. Me siento segura desde un anonimato parcial".
Con apenas 12 años, Beatriz aprendió en sus propias carnes qué es el sexting, palabra que define el envío de imágenes de contenido sexual producido por el remitente a través de un mensaje de móvil o de los chats. "El problema es que los adolescentes no ven nada malo en ello y, sin embargo, puede tener consecuencias muy serias", explica el director de PantallasAmigas, iniciativa para la promoción del uso seguro de las nuevas tecnologías.
Pero ¿qué hay de malo en ponerse sugerente frente a la cámara del móvil o ligera de ropa y enviar esas imágenes al chico que le gusta? Es un regalo, para que el receptor vea la suerte que tiene de estar con la muchacha en cuestión..., o sencillamente porque está de moda enviar fotos de esa guisa... Las modas son así y los juegos eróticos han existido siempre. Lo que cambia ahora es el riesgo de difusión masiva e incontrolada de esas imágenes con las nuevas tecnologías.
No es infrecuente que ese joven quiera pavonearse y enseñe las imágenes de la joven a sus amigos, o incluso las suba a internet, a algunas de las redes sociales. O que, semanas después, ya despechado, las envíe a los compañeros de clase para molestar a la exnovia. Y que alguno de ellos decida colgarlas en la red social y de ahí pasa a los amigos, y de estos a los otros amigos, y de estos... ¿Dónde puede terminar esa imagen? "Las hemos encontrado en ordenadores de pederastas, o en el portátil de un vecino que empieza a pedirle dinero a cambio de no decírselo a sus padres (sextorsión)", señalan fuentes policiales.
El sexting es un problema "serio y difícil de combatir porque los jóvenes no son conscientes hasta que sufren las consecuencias", señala Araiz Zalduegui, educadora de la organización PantallasAmigas, quien insiste en su extensión "no generalizada, aunque sí importante".
Muchos estudios corroboran la práctica de sexting entre menores. El último, el del Child Exploitation and Online Protection Centre (CEOP), del Reino Unido, señala que el 40% de las chicas de 14 y 15 años no ven ningún problema en hacerse una foto en topless, mientras que un 16,7% no considera inapropiado retratarse desnuda por completo. Otros datos de este informe revelan que el 38% de los chicos de entre 11 y 17 años han recibido mensajes de móvil o un correo electrónico con contenido sexual explícito y el 70% conocía al remitente.
La amplia investigación Kids Online, promovida por la Comisión Europea dentro de su programa Internet más seguro, apunta que uno de cada diez menores de entre 12 y 16 años afirma haber recibido mensajes de carácter sexual. En este informe se señala también que el 7% de los menores españoles de entre 11 y 16 años (la mitad que en el conjunto en Europa) afirma haber recibido o visto mensajes de tipo sexual en los últimos doce meses. La edad es un factor muy importante, pues se observa un notable aumento a medida que los menores crecen: 3% entre 11 y 12 años y cerca del 10% entre 15 y 16.
El problema, insiste Zalduegui, es que los menores -e incluso "muchos adultos"- no son conscientes de lo que supone no controlar la difusión de la imagen, su destino y las consecuencias. "Cuando una jovencita se hace una foto y la envía, pierde el control sobre ella. Cree que una imagen en un móvil está segura, que ese es su entorno y de ahí no se mueve. Ni se le ocurre pensar, por ejemplo, que si le roban el móvil esa imagen puede ser utilizada por un extraño o que si la ha enviado a un amigo, este se la puede enviar a otro, y este a otro..., sin que el propietario de la imagen lo sepa".
"Existe además la confianza en el receptor. Y, sin embargo, este puede actuar por venganza, por chantaje o, sencillamente, por gastar una broma. No es que haya que ser desconfiado, es que en la red uno pierde el control de su imagen", reitera Zalduegui, quien recorre los institutos explicando a los chavales las consecuencias de colgar fotos. "Les explico que cuando recibes un mensaje con una foto y lo reenvías sin permiso, estás cometiendo un delito, máxime si la protagonista de la foto es menor".
Fuente:lavanguarida.com
viernes, 27 de julio de 2012
Experto advierte de que los trastornos mentales y las adiciones suelen ir emparejados
El presidente de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), Nestor Szerman, ha advertido de que no es excepcional, sino que es "normal", que los pacientes con trastornos mentales presenten algún tipo de adicción por lo que, ha apostillado, es necesario pensar que hay una "patología dual" en cualquier persona que demanda atención por una adicción o diagnóstico psiquiátrico.
Y es que, los expertos estiman que siete de cada diez pacientes que consultan por un trastorno derivado del consumo de sustancias presenta otra afección psicopatológica y la mayoría de los estudios epidemiológicos muestran que los trastornos mentales, que pueden ser subclínicos, preceden normalmente a las consultas adictivas.
Actualmente, el abordaje de los trastornos mentales y las adicciones se hace de manera independiente por lo que, a juicio de Szerman, sería necesario "repensar" la patología dual y comprender las adicciones desde un nuevo paradigma científico, centrado en el individuo y no en las sustancias.
En esta misma línea, los médicos han observado un aumento constante de la demanda asistencial de este colectivo y de sus familiares, aunque todavía existen muchos pacientes no diagnosticados y que, por tanto, no están recibiendo tratamiento. "Tratar la patología dual es, en primer lugar, ser conscientes de su existencia, y lamentablemente esto no es generalizado", ha recalcado este experto.
Asimismo, y a pesar de la idoneidad de los tratamientos utilizados, existen algunas dificultades asociadas a la amplia heterogeneidad de los pacientes en cuanto al diagnóstico, la falta de formación de los profesionales entrenados en esta patología, así como los elevados costes terapéuticos y los escasos dispositivos específicos para su tratamiento.
Por este motivo, la SEPD ha reclamado la integración de la red de Salud Mental y la de Adicciones en el Sistema Nacional de Salud y la incorporación del tratamiento de los pacientes con patología dual en las unidades de desintoxicación.
"El desafío asistencial de los sistemas sanitarios viene motivado por la existencia de dos redes clínicas de tratamiento: la de drogas y la de salud mental, y un único enfermo con patología dual.
Estas acciones no suponen un aumento de los recursos destinados ni de los costes asociados, si no una transformación de los ya existentes y dotarlos de mayor eficacia. Algo que sin duda, supondría un ahorro", ha explicado el presidente de la SEPD.
Fuente: europapress.es
Y es que, los expertos estiman que siete de cada diez pacientes que consultan por un trastorno derivado del consumo de sustancias presenta otra afección psicopatológica y la mayoría de los estudios epidemiológicos muestran que los trastornos mentales, que pueden ser subclínicos, preceden normalmente a las consultas adictivas.
Actualmente, el abordaje de los trastornos mentales y las adicciones se hace de manera independiente por lo que, a juicio de Szerman, sería necesario "repensar" la patología dual y comprender las adicciones desde un nuevo paradigma científico, centrado en el individuo y no en las sustancias.
En esta misma línea, los médicos han observado un aumento constante de la demanda asistencial de este colectivo y de sus familiares, aunque todavía existen muchos pacientes no diagnosticados y que, por tanto, no están recibiendo tratamiento. "Tratar la patología dual es, en primer lugar, ser conscientes de su existencia, y lamentablemente esto no es generalizado", ha recalcado este experto.
Asimismo, y a pesar de la idoneidad de los tratamientos utilizados, existen algunas dificultades asociadas a la amplia heterogeneidad de los pacientes en cuanto al diagnóstico, la falta de formación de los profesionales entrenados en esta patología, así como los elevados costes terapéuticos y los escasos dispositivos específicos para su tratamiento.
Por este motivo, la SEPD ha reclamado la integración de la red de Salud Mental y la de Adicciones en el Sistema Nacional de Salud y la incorporación del tratamiento de los pacientes con patología dual en las unidades de desintoxicación.
"El desafío asistencial de los sistemas sanitarios viene motivado por la existencia de dos redes clínicas de tratamiento: la de drogas y la de salud mental, y un único enfermo con patología dual.
Estas acciones no suponen un aumento de los recursos destinados ni de los costes asociados, si no una transformación de los ya existentes y dotarlos de mayor eficacia. Algo que sin duda, supondría un ahorro", ha explicado el presidente de la SEPD.
Fuente: europapress.es
Gordura: ¿Lo suyo es apetito o adicción a la comida?
Experto explica cuándo el placer por la comida pasa la delgada línea y se convierte en una adicción.
El doctor en psicología Efrén Martínez, una de las personas hispanoparlantes con mayor prestigio en tratamiento de adicciones y autor de doce libros sobre el tema, explica a los lectores de El País cuándo el placer por la comida pasa la delgada línea y se convierte en una adicción.
Para el experto, que fundó dos clínicas especializadas en adicciones en Colombia y que acaba de publicar el libro ‘¿Por qué estar mal si se puede estar bien?’, lo primero que hay que diferenciar es el trastorno alimenticio de la adicción a la comida. “En el primero, el trastorno alimenticio (bulimia, anorexia), hay una preocupación excesiva por la figura, por el cuerpo, por el peso.
Mientras que para el adicto a la comida no importa el cuerpo tanto como el deseo de saciarse de aquello que siente que lo satisface”, dice Martínez. Por su etimología, la palabra adicto viene del latín ‘addictus’, que quiere decir “adjudicado” y hace referencia a los esclavos subastados después de una guerra en los tiempos del Imperio Romano. Por eso Martínez dice: “Si algo controla tu vida es adicción; si te esclaviza, es adicción”.
Ahora bien, las adicciones tienen disparadores diferentes: según Martínez, el estrés y la ansiedad disparan el consumo en los adictos al alcohol; el aburrimiento, a los adictos a las compras; mientras que la cocaína les proporciona a los adictos 35 minutos de experiencias de grandeza y euforia. “Cada caso es distinto, por eso hay que ir a las raíces a través de una terapia bien dirigida”, dice, y aclara que no existen adicciones saludables, “ni siquiera la adicción al trabajo, al ejercicio o a los libros, porque si eres adicto a los libros entonces querrías leer mientras manejas, te estrellarías y morirías.
Lo que hay que buscar es buenas pasiones que nos atraigan, pero sin empujarnos como lo hacen las adicciones”. Recomienda también, para casos de ansiedad que terminen en atracones de comida, iniciarse en la práctica del yoga (que aparte enseña hábitos saludables de alimentación) y buscar en la espiritualidad herramientas que enriquezcan la gama de recursos emocionales de las cuales asirse para no naufragar en casos de depresión o crisis existencial.
Lo ideal para el manejo integral de la obesidad es complementar todas las intervenciones médicas y quirúrgicas, con un acompañamiento desde el punto de vista psicológico. No somos solo cuerpo o solo mente, sino un complejo equilibrio al que hay que retornar.
Los mitos de la gordura A propósito de la columna de Alejandra Azcárate, donde hace afirmaciones temerarias sobre la gordura, consultamos con Ruby Castellanos, nutricionista de la Secretaría de Salud del Municipio. Ella responde desde el punto de vista científico, las primeras cuatro preguntas. La última la resuelve la psicóloga Vilma Rengifo, del CMI. “Su gordura no es cuestión de tiroides sino de mueloides”. ¿La tiroides ‘hace’ gordo a alguien? Las alteraciones de tiroides sí inciden en el peso. El hipotiroidismo hace el metabolismo más lento y predispone el organismo a la obesidad y/o al sobrepeso. “Es mejor ser flaca que gorda”. ¿Existe alguna desventaja en la baja de peso o en una talla demasiado baja?
Se busca que cada organismo tenga los índices de masa muscular, grasa y peso adecuados a su necesidad, pero no todas las personas tienen que pesar y medir igual. “Dejen de pensar que son de huesos grandes, que retienen líquido...”. ¿La contextura ósea es distinta? Hay personas de huesos delgados y personas de huesos anchos, la genética sí tiene una composición de talla y peso, esa es la diversidad de la naturaleza. “Una bandeja paisa al desayuno no es una posibilidad absurda... sino una realidad semanal”.
Hay platos de nuestra cultura sobrecargados de calorías y grasas, pero no es cuestión de satanizarlos sino de organizar una dieta balanceada y sin excesos. “Las gordas tienen una vida sexual envidiable porque se entregan al hacer el amor, podría ser su última vez”. La sexualidad en casos de obesidad no debe tratarse a la ligera porque, para algunas mujeres, es un factor adicional generador de estrés y de aislamiento emocional.
Fuente:elpais.com
El doctor en psicología Efrén Martínez, una de las personas hispanoparlantes con mayor prestigio en tratamiento de adicciones y autor de doce libros sobre el tema, explica a los lectores de El País cuándo el placer por la comida pasa la delgada línea y se convierte en una adicción.
Para el experto, que fundó dos clínicas especializadas en adicciones en Colombia y que acaba de publicar el libro ‘¿Por qué estar mal si se puede estar bien?’, lo primero que hay que diferenciar es el trastorno alimenticio de la adicción a la comida. “En el primero, el trastorno alimenticio (bulimia, anorexia), hay una preocupación excesiva por la figura, por el cuerpo, por el peso.
Mientras que para el adicto a la comida no importa el cuerpo tanto como el deseo de saciarse de aquello que siente que lo satisface”, dice Martínez. Por su etimología, la palabra adicto viene del latín ‘addictus’, que quiere decir “adjudicado” y hace referencia a los esclavos subastados después de una guerra en los tiempos del Imperio Romano. Por eso Martínez dice: “Si algo controla tu vida es adicción; si te esclaviza, es adicción”.
Ahora bien, las adicciones tienen disparadores diferentes: según Martínez, el estrés y la ansiedad disparan el consumo en los adictos al alcohol; el aburrimiento, a los adictos a las compras; mientras que la cocaína les proporciona a los adictos 35 minutos de experiencias de grandeza y euforia. “Cada caso es distinto, por eso hay que ir a las raíces a través de una terapia bien dirigida”, dice, y aclara que no existen adicciones saludables, “ni siquiera la adicción al trabajo, al ejercicio o a los libros, porque si eres adicto a los libros entonces querrías leer mientras manejas, te estrellarías y morirías.
Lo que hay que buscar es buenas pasiones que nos atraigan, pero sin empujarnos como lo hacen las adicciones”. Recomienda también, para casos de ansiedad que terminen en atracones de comida, iniciarse en la práctica del yoga (que aparte enseña hábitos saludables de alimentación) y buscar en la espiritualidad herramientas que enriquezcan la gama de recursos emocionales de las cuales asirse para no naufragar en casos de depresión o crisis existencial.
Lo ideal para el manejo integral de la obesidad es complementar todas las intervenciones médicas y quirúrgicas, con un acompañamiento desde el punto de vista psicológico. No somos solo cuerpo o solo mente, sino un complejo equilibrio al que hay que retornar.
Los mitos de la gordura A propósito de la columna de Alejandra Azcárate, donde hace afirmaciones temerarias sobre la gordura, consultamos con Ruby Castellanos, nutricionista de la Secretaría de Salud del Municipio. Ella responde desde el punto de vista científico, las primeras cuatro preguntas. La última la resuelve la psicóloga Vilma Rengifo, del CMI. “Su gordura no es cuestión de tiroides sino de mueloides”. ¿La tiroides ‘hace’ gordo a alguien? Las alteraciones de tiroides sí inciden en el peso. El hipotiroidismo hace el metabolismo más lento y predispone el organismo a la obesidad y/o al sobrepeso. “Es mejor ser flaca que gorda”. ¿Existe alguna desventaja en la baja de peso o en una talla demasiado baja?
Se busca que cada organismo tenga los índices de masa muscular, grasa y peso adecuados a su necesidad, pero no todas las personas tienen que pesar y medir igual. “Dejen de pensar que son de huesos grandes, que retienen líquido...”. ¿La contextura ósea es distinta? Hay personas de huesos delgados y personas de huesos anchos, la genética sí tiene una composición de talla y peso, esa es la diversidad de la naturaleza. “Una bandeja paisa al desayuno no es una posibilidad absurda... sino una realidad semanal”.
Hay platos de nuestra cultura sobrecargados de calorías y grasas, pero no es cuestión de satanizarlos sino de organizar una dieta balanceada y sin excesos. “Las gordas tienen una vida sexual envidiable porque se entregan al hacer el amor, podría ser su última vez”. La sexualidad en casos de obesidad no debe tratarse a la ligera porque, para algunas mujeres, es un factor adicional generador de estrés y de aislamiento emocional.
Fuente:elpais.com
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