Experto explica cuándo el placer por la comida pasa la delgada línea y se convierte en una adicción.
El doctor en psicología Efrén Martínez, una de las personas hispanoparlantes con mayor prestigio en tratamiento de adicciones y autor de doce libros sobre el tema, explica a los lectores de El País cuándo el placer por la comida pasa la delgada línea y se convierte en una adicción.
Para el experto, que fundó dos clínicas especializadas en adicciones en Colombia y que acaba de publicar el libro ‘¿Por qué estar mal si se puede estar bien?’, lo primero que hay que diferenciar es el trastorno alimenticio de la adicción a la comida.
“En el primero, el trastorno alimenticio (bulimia, anorexia), hay una preocupación excesiva por la figura, por el cuerpo, por el peso.
Mientras que para el adicto a la comida no importa el cuerpo tanto como el deseo de saciarse de aquello que siente que lo satisface”, dice Martínez.
Por su etimología, la palabra adicto viene del latín ‘addictus’, que quiere decir “adjudicado” y hace referencia a los esclavos subastados después de una guerra en los tiempos del Imperio Romano. Por eso Martínez dice: “Si algo controla tu vida es adicción; si te esclaviza, es adicción”.
Ahora bien, las adicciones tienen disparadores diferentes: según Martínez, el estrés y la ansiedad disparan el consumo en los adictos al alcohol; el aburrimiento, a los adictos a las compras; mientras que la cocaína les proporciona a los adictos 35 minutos de experiencias de grandeza y euforia.
“Cada caso es distinto, por eso hay que ir a las raíces a través de una terapia bien dirigida”, dice, y aclara que no existen adicciones saludables, “ni siquiera la adicción al trabajo, al ejercicio o a los libros, porque si eres adicto a los libros entonces querrías leer mientras manejas, te estrellarías y morirías.
Lo que hay que buscar es buenas pasiones que nos atraigan, pero sin empujarnos como lo hacen las adicciones”.
Recomienda también, para casos de ansiedad que terminen en atracones de comida, iniciarse en la práctica del yoga (que aparte enseña hábitos saludables de alimentación) y buscar en la espiritualidad herramientas que enriquezcan la gama de recursos emocionales de las cuales asirse para no naufragar en casos de depresión o crisis existencial.
Lo ideal para el manejo integral de la obesidad es complementar todas las intervenciones médicas y quirúrgicas, con un acompañamiento desde el punto de vista psicológico. No somos solo cuerpo o solo mente, sino un complejo equilibrio al que hay que retornar.
Los mitos de la gordura
A propósito de la columna de Alejandra Azcárate, donde hace afirmaciones temerarias sobre la gordura, consultamos con Ruby Castellanos, nutricionista de la Secretaría de Salud del Municipio. Ella responde desde el punto de vista científico, las primeras cuatro preguntas. La última la resuelve la psicóloga Vilma Rengifo, del CMI.
“Su gordura no es cuestión de tiroides sino de mueloides”. ¿La tiroides ‘hace’ gordo a alguien?
Las alteraciones de tiroides sí inciden en el peso. El hipotiroidismo hace el metabolismo más lento y predispone el organismo a la obesidad y/o al sobrepeso.
“Es mejor ser flaca que gorda”. ¿Existe alguna desventaja en la baja de peso o en una talla demasiado baja?
Se busca que cada organismo tenga los índices de masa muscular, grasa y peso adecuados a su necesidad, pero no todas las personas tienen que pesar y medir igual.
“Dejen de pensar que son de huesos grandes, que retienen líquido...”. ¿La contextura ósea es distinta?
Hay personas de huesos delgados y personas de huesos anchos, la genética sí tiene una composición de talla y peso, esa es la diversidad de la naturaleza.
“Una bandeja paisa al desayuno no es una posibilidad absurda... sino una realidad semanal”.
Hay platos de nuestra cultura sobrecargados de calorías y grasas, pero no es cuestión de satanizarlos sino de organizar una dieta balanceada y sin excesos.
“Las gordas tienen una vida sexual envidiable porque se entregan al hacer el amor, podría ser su última vez”.
La sexualidad en casos de obesidad no debe tratarse a la ligera porque, para algunas mujeres, es un factor adicional generador de estrés y de aislamiento emocional.
Fuente:elpais.com
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