¿Realidad o mito? ¿Problema o excusa? Más bien lo primero: la adicción al sexo es desde febrero de 2010 una enfermedad reconocida por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5). La publicación referente de la psiquiatría mundial la definió clínicamente como un trastorno de la hipersexualidad. Algunos famosos como Michael Douglas o Cameron Díaz han reconocido padecerla. ¿Y tú? ¿Conoces cómo indentificarla?
Un 6% de la población mundial la sufre, y un 2% de ella son mujeres. Ciudadanos que a veces se avergüenzan por su búsqueda constante del sexo y las conductas un tanto inusuales que de ella se derivan. Luis Rojas Marcos, reconocía al diario El Mundo que estamos hablando de "un trastorno obsesivo compulsivo. Quienes lo padecen no pueden controlar sus pensamientos ni sus actos repetitivos", añadía. El prestigioso psicólogo español iba más allá en su definición: "Cualquier tipo de obsesión que interfiera en la capacidad de la persona para llevar una vida normal, que le perjudique en sus relaciones personales y laborales, es una patología. En este caso la obsesión se canaliza a través del sexo de forma tan intensa que el propio afectado es consciente de que tiene un problema". Más claro, el agua.
El doctor norteamericano Patrick Carnes es un reputado especialista en la adicción al sexo y propietario de la clínica Pine Grove Behavioural Centre de Misisipí (EEUU), en la que Tiger Woods se estuvo sometiendo a terapia. Carnes siempre se mostró partícipe de considerarlo como un problema. A su juicio, "al igual que un alcohólico es incapaz de dejar de beber, estas personas son incapaces de parar su comportamiento sexual autodestructivo". Y añade: "Los sexoadictos pueden provenir de todas las clases sociales. Afecta tanto a políticos y empresarios como a los trabajadores de una fábrica. Esta adicción interfiere en la vida normal y perjudica las relaciones personales y laborales", concluye.
Por sus deseos les reconocerás
La característica común más definitiva que presentan todos los adictos al sexo es su permanente necesidad de satisfacer sus deseos. No importan los remordimientos que vengan después. Y si no encuentran acompañante para completarlas recurren a la masturbación (en ocasiones compulsiva) o al consumo de pornografía en todos sus formatos (revistas, Internet, películas...).
Hay más: los sexoadictos tienden a la promiscuidad y demuestran su afición al 'aquí te pillo aquí te mato'. Bien vale para ello encuentros casuales o profesionales del sexo.
Practicar su adicción sin protección es también bastante habitual y recurrir a comportamientos como el exhibicionismo, el voyeurismo o el sadomasoquismo cabe dentro de su definición. También se han dado casos, muy pocos eso sí, de adictos que han dado rienda suelta a su descontrol convirtiéndose en violadores, ya sea en una o varias veces.
Por descontado, si la adicción no es tratada y sanada, la vida social del enfermo se desmorona por los cuatro costados. Divorcio, pérdida de la custodia de los hijos, despido del trabajo, inexistencia de un círculo de amigos, aislamiento social... Las consecuencias son nefastas.
El diagnóstico
El SAST (Test de la Adicción Sexual) es una de las pruebas referencia que históricamente se ha venido utilizando para su detección desde que fue confeccionada en Cannes en 1989 por un conjunto de hospitales, programas de tratamientos clínicos privados y comunidades de adictos. Se trata de una serie de preguntas que provee un perfil de respuestas que ayuda a profesionales a discriminar entre comportamientos adictivos y no adictivos. Para completar este test se les pide a los pacientes que las contesten poniendo un sí o un no en la columna correspondiente. Te las referimos:
1. ¿Sufrió abusos de niño o adolescente?
2. ¿Se suscribió o compró regularmente revistas sexualmente explícitas como 'Playboy' o 'Penthouse'?
3. ¿Siente que su comportamiento sexual no es normal?
4. ¿Se siente a menudo preocupado por sus pensamientos sexuales?
5. ¿Tuvieron sus padres problemas con su propio comportamiento sexual?
6. ¿Alguna vez su esposo/a, parejas u otras personas íntimas se preocuparon o se quejaron por su comportamiento sexual?
7. ¿Tiene problemas para detener su comportamiento sexual cuando considera que es inapropiado?
8. ¿Alguna vez se siente mal por su comportamiento sexual?
9. ¿Alguna vez su comportamiento sexual le ha creado problemas a usted. o su familia?
10. ¿Alguna vez buscó ayuda por comportamientos sexuales que no le gustaron?
11. ¿Alguna vez le preocupó que alguien pudiese descubrir su comportamiento sexual?
12. ¿Hirió emocionalmente a alguien a causa de su comportamiento sexual?
13. ¿Están algunas de sus actividades sexuales en contra de la ley?
14. ¿Se ha hecho promesas a usted mismo de abandonar algún aspecto de su comportamiento sexual?
15. ¿Hizo esfuerzos por eliminar algún tipo de actividad sexual y fracasó?
16. ¿Esconde algo de su comportamiento sexual a otros?
17. ¿Intentó detener algún comportamiento sexual?
18. ¿Alguna vez se sintió degradado por su comportamiento sexual?
19. ¿Ha sido el sexo un escape de sus problemas?
20. ¿Se siente deprimido después de tener relaciones sexuales?
21. ¿Ha sentido la necesidad de discontinuar una cierta forma de actividad sexual?
22. ¿Ha interferido su actividad sexual con su vida familiar?
23. ¿Ha tenido encuentros sexuales con menores?
24. ¿Se siente controlado por su deseo sexual?
25. ¿Pensó alguna vez que su deseo sexual es más fuerte que usted mismo?
El tratamiento
El primer paso hacia la cura consiste en adquirir consciencia de que el problema es real y afecta de forma decisiva en la actividad diaria. Y, como sucede en el caso de cualquier adicción, dejarse guiar por el entorno familiar, social y la mano de los profesionales es básico y primordial.
En Estados Unidos, donde la adicción al sexo se ha convertido en un elemento más del paisaje social, abundan los centros privados y carísimos que acogen año sí, otro también, a multitud de famosos afectados y que, sobre todo, pueden permitirse el gasto. Existen también las asociaciones que ofrecen su ayuda sin ánimo de lucro, como Sexólicos o Anónimos o Sexoadictos Anónimos (su homóloga en EEUU)
El inicio del tratamiento pasa por la terapia cognitiva conductual, tanto individual como en grupo. De esta forma, se busca controlar los impulsos del paciente, mediante el consejo sexológico y el suministro de fármacos, ya sean parches antitestosterona o pastillas anti-ansiedad. La meta terapéutica incluye abstinencia de conductas compulsivas; evitar recaídas y el desarrollo de conductas adaptativas dirigidas a la salud individual y familiar.
Fuente:ideal.es
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