lunes, 9 de agosto de 2010

La esquizofrenia y las metáforas peligrosas

La esquizofrenia afecta directamente al 1% de la población, pero, indirectamente, afecta a muchas personas más: familia, pareja, vecinos, terapeutas, cuidadores...

La esquizofrenia, además, es una enfermedad malditizada en la que confluyen mitos asociados a la peligrosidad intrínseca que se le supone a priori. Dicha peligrosidad, para más añadidura, se proclama multiplicada por los medios de comunicación, en un discurso emocional cargado de tópicos e inexactitudes (contra los que nada valen los datos aportados por la Ciencia) que saltan al Lenguaje en forma de Metáforas. Susan Sontag en "La enfermedad como metáfora" alertaba sobre estas metáforas-pistola cargadas con la munición discriminatoria del mito y listas a disparar no contra la enfermedad (esquizofrenia), sino contra el enfermo (esquizofrénico).
En el caso concreto de Sontag el generador de metáforas era el cáncer que ella misma padeció en los setenta del pasado siglo. La muerte debido al cáncer, entonces, se ocultaba en las necrológicas bajo el subterfugio de "una larga y dolorosa enfermedad" o fórmulas por el estilo. Sontag comentaba entonces el plus de angustia que le producían expresiones que aún son utilizadas fuera del contexto estrictamente médico. Un ejemplo oído hace nada: "La política impositiva del gobierno es el cáncer de nuestra economia".
En el caso concreto de la esquizofrenia los ejemplos resultan aún más abundantes y van en la misma línea. El tema se agrava cuando la esquizofrenia salta a las páginas de sucesos con su carga de morbo añadido disparadora de miedos y causante de discriminaciones varias.
Centremos el tema y basta de hablar de oídas: la esquizofrenia se trata con una batería de fármacos que, en la mayoría de los casos, permite llevar una existencia sin trastornos graves de conducta ni riesgos para nadie. El gran problema (como en muchas otras enfermedades) radica en las dificultades que acompañan a la adhesión estricta al tratamiento y a la no interrupción del mismo. Dicha adhesión requiere un gran esfuerzo por parte del enfermo y precisa también de la ayuda de terceros, la comprensión de su entorno, el apoyo de las instituciones. Pongamos un ejemplo real: XX, diagnosticado de esquizofrenia residual, necesita diariamente, en tres tomas, la siguiente medicación: Rivotril 2, Zeldox 80, Zyprexa 10, Akineton r, Topamax 200, Haloperidol gotas, Tranxilium 10, Etumina, Rysperdal y Rohipnol. En total, unas veinte pastillas, gotas, inyecciones... No todos los casos requieren tamaño cóctel. En la mayoría se reduce sustancialmente la medicación y los afectados han internalizado la rutina de las tomas con naturalidad y no son peligrosos para nadie empezando por ellos mismos.
El trágico suceso de la reciente muerte de una mujer en la Comunidad Valenciana, presuntamente asesinada por su pareja, un esquizofrénico que había abandonado el tratamiento, ha traído este verano el tema de la esquizofrenia vinculado a la violencia de género. Peor compañía imposible para intentar separar las cosas y ver con claridad eludiendo las metáforas peligrosas que generalizan y simplifican al mismo tiempo.

Fuente: Informacion.es

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